teología mujerista

--apuntes--

 

 

ada maría isasi-díaz

 

 

 

 

 

 

 

 

 

versión electrónica

2005


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


PRÓLOGO

 

          Tenemos las latinas y los latinos en los Estados Unidos la dificultad de vivir en un país en el cual el idioma oficial no es el de la cultura de la cual procedemos.  Así todo, el español continúa siendo lo que más nos identifica.  Vamos a continuar insitiendo en mantener el español ya que es parte de nuestra identidad, identidad que no es ni esencialista ni estática pero que sí tiene como uno de sus elementos nuestra herencia cultural.  Todo esto choca con el mono-linguismo del grupo dominante que se ha acostumbrado a que los grupos étnicos que se integran a esta nación adopten el inglés con el pasar del tiempo.  A nosotras y nosotros no nos ha pasado lo mismo debido a la cercanía geográfica con nuestros países de origen o de los que vinieron nuestros familiares.  Ni somos iguales a otros grupos de inmigrantes ya que constantemente están llegando nuevas olas de latinas y latinos a este país.  Igualmente es un factor el hecho de que las latinos y los latinos de aquí contribuímos economicamente a mantener a nuestros familiares en los países de los cuales procedemos.  Nitidamente visible, entonces, es la importancia para nuestra comunidad de libros en español.  Aunque así nos parece a nosotras y nosotros, la calse dominante piensa distinto y no coopera para que podamos mantener el español como lenguaje vivo en nuestras vidas.

 

No ha sido fácil el tener síntesis de los capítulos en español en los libros que he publicado.  Lo logré en los dos primeros pero no en el  tercero y el cuarto (¡pero espero lograrlo en el quinto!).  Es por eso que me lanzo a publicar electronicamente este pequeño cuaderno con cuatro artículos que he tenido la oportunidad de escribir en español. 

 

Algunos de los artículos tienen un español más pulido que otros.  Espero la lectora o el

lector disculpen las tranferencias linguísticas y los errores gramaticales los cuales no creo impiden entender lo que propongo y explico.

 

            Hacer teología para mí es una vocación, y hacer teología en español me da un gusto enorme.  Espero, querida lectora, querido lector, que estos textos te ayuden a hacer teología – teología con sabor y ritmos de nuestra cultura y de la realidad que vive nuestro pueblo latino en los Estados Unidos.

 

 

 

 

Miami, Florida

Agosto, 2005                                                         

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PREOCUPACIONES, TEMAS Y PROPUESTAS DE LA TEOLOGÍA MUJERSITA:

APUNTES

 

            La teología mujerista, una teología elaborada desde la perspectiva de la mujer hispana/latina que vive en los Estados Unidos, es principalmente una teología de liberación.  La liberación que es tema, enfoque y preocupación central de nuestro quehacer teólogico, es una liberación entendida en forma integral con ramificaciones políticas, personales-sicológicas y espirituales.  Estas ramificaciones están entrelazadas y no solamente se influencian la unas a la otras sino que no se pueden conceptualizar – y por lo tanto no se pueden entender – unas aparte de las otras.  Si hablamos de ellas por separado es debido a las limitaciones humanas pero, de nuevo, no las entendemos en forma aislada.

Preocupaciones

            Las preocupaciones principales del enfoque político desde la perspectiva de la liberación para nosotras las latinas son la marginalización en los procesos políticos y la explotación que sufrimos debido a los esquemas liberales, neo-coloniales y globalizantes que se imponen en el mundo hoy en día.

            La marginalización es posiblemente una de las formas más peligrosas de la opresión.  Sin duda la marginalización resulta en pobreza pero más que nada disminuye la capacidad de la persona de participar en forma positiva en la sociedad.  Las latinas en Estados Unidos, como grupo marginalizado, no sólo no tenemos representación adecuada en las estructuras políticas sino que también sufrimos de falta de procesos que nos permitan participar en forma constructiva en la sociedad.  La marginalización hace que nuestros valores y costumbres sean ignorados o sean vistos como algo “exótico” que se comercializa y explota.  La injusticia producida por la marginalización lleva a un sentido de inutilidad, aburrimiento paralizador y falta de respeto propio que promueve y mantiene una opresión la cual hace sumamante difícil

 

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nuestra realización personal que esta tan ligada de por sí a nuestro sentido comunitario y de lucha.

            En el aspecto económico de lo político – y sí entendemos lo económico como integralmente ligado a lo político – nuestra experiencia en los Estados Unidos es que en cierta forma en nuestras comunidades se ensayan los mecanismos de explotación que después son usados en los países del tercer mundo.  Es por eso que es importante que se entienda que las hispanas en Estados Unidos pertenecemos al tercer mundo, que somos parte de los pueblos del tercer mundo que viven en el primer mundo.  A las latinas se nos explota economicamente, se nos paga menos por el mismo trabajo, no se nos permite acceso a los trabajos mejor pagados, no nos es posible reclamar los derechos que tienen los trabajadores en este país en cuanto a condiciones laborales, paga, seguro médico, porque si lo hacemos se nos despide sin miramiento alguno. 

            Un aspecto muy preocupante para las latinas es la forma en que el materialismo de esta sociedad corroe nuestras almas y las de nuestras familias.  El valor de la persona está tan ligado al tener cosas materiales que aunque luchamos por mantener otra perspectiva en esta área libramos una batalla muy difícil de ganar.  El materialismo nos corroe poco a poco y nos lleva al individualismo típico de los Estados Unidos.  El materialismo desmedido y las tácticas de mercadeo que esto conlleva nos hace confundir las necesidades con los deseos, nos hace pensar que lo que deseamos lo necesitamos.  Esto nos lleva a una gran frustración, a pensar que es nuestra culpa que nuestras familias no tengan lo que “necesitan”.  Todo esto hace muy dificil mantener un verdadero espíritu de comunidad y nos conduce a “la sálida fácil” y “la sálida individulal” que llevan a participación en las estructuras presentes a costa de los demás y de una perspectiva de liberación que es comunitaria y tiene como meta el cambio radical de estructuras opresivas.

            Las preocupaciones principales a nivel personal-sicológico tienen que ver con con la falta de valorización propia que conlleva la falta de poder.  La negatividad que sentimos acerca de

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nuestras propias personas es en parte causada por la falta de autonomía que tenemos en nuestros trabajos, la falta de oportunidades para ser creativas teniendo que seguir siempre las ordenes de los demás, la falta de apreciación o reconocimiento por parte de aquellos con poder sobre nosotros.  También tenemos a este nivel que lidiar con los problemas de identidad como grupo tanto como persona.  La clase dominante nos define y aunque tratamos valientenmente de no hacerlo poco a poco vamos internalizando esa definición y nos vamos viendo en la forma negativa y denigrante en que los privilegiados en esta sociedad nos ven.

            A este nivel sicológico-personal la opresión de género es especialmente dura y la sufrimos no sólo a manos del grupo dominante sino también a manos de los hombres de nuestras propias comunidades.  La violencia en las vidas de las hispanas es verdadera, tangible, y comprobable.  Sufrimos violencia doméstica y abuso sexual en el seno de nuestras comunidades.  Sufrimos la explotación de nuestros cuerpos no sólo en lo sexual sino también en el trabajo.  Como bien dijo una puertorriqueña cuando le preguntaron que como se relacionaba con su cuerpo, “lo ignoro, no tengo tiempo para pensar si me duele, si está cansado.  Yo tengo que seguir trabajando sea como sea, dentro y fuera de la casa.  ¡Ni remedio!”

            A nivel espiritual – y tiene que quedar claro que en la teología mujerista no entendemos lo espiritual como algo separado de lo corporal, lo mismo que no entendemos lo religioso separado de lo cultural, ni la historia de la salvación como algo distinta a la historia humana – a este nivel lo que más nos preocupa tiene que ver con la opresión de esquemas e instituciones religiosas.  Nos preocupa enormemente la glorificación de la abnegación que continúa exigiéndosenos a las mujeres, en especial de las madres, hasta el punto que destruye nuestra auto-estima.  Y nos preocupa la negatividad con que se considera lo corporal/sexual – categoría con la que se nos identifica y a la que se nos limita ya que no se nos da cabida en la espiritual/intelectual.

 

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Temas Presentes y Futuros

            Ante esta realidad que vivimos las mujeres hispanas/latinas en los Estados Unidos, ¿cuáles son los temas principales de la teología mujerista?

            Primero que nada la teología mujerista insiste en que toda teología es una teología contextual, en que el quehacer teológico no es el decir con palabras nueva lo que siempre las iglesias han dicho acerca de Dios y de nuestra relación con Dios sino el facilitar preguntas y preocupaciones que surgen de la realidad que vivimos.  Insistimos en que se de-mistifique la teología, que se entienda y diga claramente que la teología – como todo discurso humano – es una mediación, que tiene que ver con lo que nosotros creemos acerca de lo divino y no es sino una muy limitada aproximación a quién es Dios y cómo es Dios.  Siguiendo una vieja tradición cristiana consideramos que la teología es “fe en busca de entendimiento”, en busca de articulación y explicación.  Es decir, la teología mujerista tiene como fuente la fe de las latinas, fe que está hondamente ligada con sus experiencias de lucha por la liberación.  Otras teologías pretenden ser objectivas cuando en realidad reflejan las experiencias y el pensar de los que la escriben y proclaman.  Nosotras, fieles a los esquemas liberativos, de entrada hablamos de la teología mujerista como una teología contextual, una teología subjetiva.  Lo subjetivo lo entendemos no en forma individualista y aislada.  Al contrario, en nuestra cultura la verdadera persona es la que se relaciona, la que es miembro de una comunidad y abraza sus responsabilidades para con los demás.  Es por eso que nuestro quehacer teológico lucha por ser un proceso comunitario comprometido con escuchar y articular las creencias de las comunidades de hispanas que luchan por la liberación.  Esta comunidad cuyas experiencias son la fuente de la teología mujerista es una comunidad enraizada en una historia, en un pueblo con una fuerte tradición religiosa.  En otras palabras, la comunidad presente conlleva las tradiciones y enseñanzas religiosas de las comunidades de nuestros antespasados y esto nos provee con un mecanismo para evaluar nuestras consideraciones teológicas.  Sin embargo no es la tradición el

 

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criterio principal de la teología mujerista sino la liberación, la liberación integral de la cual ya hemos hablado.

            Nuestra insistencia en la experiencia de las latinas de la base que luchan por la liberación como fuente de la teología mujerista nos ha llevado a reconocer la capacidad teológica de estas mujeres.  Hemos experimentado a la mujer hispana de la base como admirablemente capaz de explicar sus creencias y prácticas religiosas y son estas explicaciones las que recogemos y elaboramos en la teología mujerista.  Nuestra experiencia con las latinas de la base nos hace reconocerlas como “intelectuales orgánicas”, para usar la frase cuñada por Gramsci.  Esto rescata lo intelectual de lo meramente académico.  En otras palabras, erroneamente se ha visto a los académicos, a aquellos con altos niveles de educación formal, como los verdaderos intelectuales.  Esto hace que se considere a los que no tienen educación formal como capaces de entender y explicar sus experiencias, sus propias ideas. 

            En la teología mujerista hemos insistido en traer a la mesa de debate teológico la perspectiva de las mujeres latinas de la base usando sus propias palabras, usando las narrativas que ellas crean hilando sus propias experiencias.  Hemos tratado de hacerlas presente no en una representación que las sigue ocultando sino haciendo claro el que nuestras presentaciones tienen como proposito el contribuir a la lucha por la liberación y que como teólogas mujeristas compartimos muchas de las experiencias de opresión y lucha de las hispanas de la base.  La teología mujerista lucha de esta manera por hacer valer en el campo de la teología la voz de las excluídas.  Creo que esto es lo que más hemos enfatizado en nuestro quehacer teológico, a lo que más fieles hemos sido. 

            Esta perspectiva sobre el quehacer teológico de la mujer latina de la base nos ha llevado a ver la teoría no como abstracciones sino como elaboraciones coherentes con lo concreto y particular de lo cotidiano.  Esto nos ha llevado a ver las teorías no como generalizaciones que no toman en consideración ni cuándo ni dónde, sino como entendimientos contextualizados válidos

 

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que nos guían pero que siempre están abiertos a un proceso de desarrollo por el cual nos tenemos que responsabilizar.  Y esto también nos ha llevado a elaborar la importancia de lo cotidiano.

            Lo cotidiano tiene que ver con el horizonte de la vida diaria, común y corriente de las latinas.  Lo cotidiano está enraizado en la materialidad de nuestras vidas, esta bendita materialidad que es parte intrínseca de la creación de Dios y que Dios abraza de manera singular al encarnarse en Jesús.  Lo cotidiano es la arena principal de nuestras luchas y conocimiento, el lugar, momento y ocasión de comprender la realidad.  Lo cotidiano nos enfrenta con la realidad, con la necesidad de aprehender la realidad y no sólo de tener una idea acerca de la realidad.  Este aprehender la realidad que lo cotidiano hace posible tiene tres movimientos o fases: el hacerse cargo de la realidad, el cargar con la realidad, y el encargarse de la realidad.  (Aquí sigo el esquema de Ignacio Ellacuría, uno de los jesuitas asesinados en El Salvador en la década de los 80.)

            Para hacerse cargo de la realidad uno tiene que estar parada en medio de ella, tiene que estar afectada por ella.  Aprendemos como las hispanas se hacen cargo de la realidad al escuchar las narrativas de sus vidas que comparten con quienes las toman en serio.  Vemos en esas narrativas como las exigencias de la lucha por sobrevivir hace que las latinas se establecen en medio de la materialidad de la vida.  Pero la actitud de lucha que prevalece por arriba de todo en sus vidas no sólo las lleva a estar en medio de la realidad sino también a cargar con ella, a responsabilizarse por ella.  Esta fase de cargar con la realidad nos coloca en campo moral dejando claro que para conocer la realidad hay que entrar en la arena de la ética.  La tercera fase, la de encargarse de la realidad, surge cuando una se responsabiliza por ella y tiene que ver con nuestros esfuerzos por cambiar la realidad.  Día a día las latinas en Estados Unidos cambian la realidad por la que se responsabilizan al proveer casa, comida, cuidado, cariño a sus hijas e hijos en medio de condiciones opresivas, en medio de vecindarios llenos de drogas y de violencia. 

 

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De la nada parecen sacar los recursos para cuidar de los más vulnerables de sus familias y la sociedad: los menores y los ancianos.

            La sobrevivencia que ocupa tanto del quehacer cotidiano de las mujeres latinas de la base revierte el orden jerárquico de las necesidades creado por los poderosos que la pone en el último escalón.  Debido a que la sobrevivencia ocupa la mayor parte del tiempo de estas mujeres, es que no se les considera a ellas capaces de ser agentes morales, sujetos de su propia historia, de poder contribuir a crear un futuro diferente al presente opresivo.  Pero si la realidad se conoce principalmente a partir de lo cotidiano, la sobrevivencia se convierte entonce en el eje central de ese conocer.  La lucha por la sobreviviencia de las hispanas en los Estados Unidos deja bien claro el hecho de que el bien común no es algo aparte de la realidad de lo cotidiano sino precisamente se centra en y abraza esta lucha cotidiana.

            Esta manera de valuar la importancia de lo cotidiano y de la lucha de las hispanas por  sobrevivir tiene muchas implicaciones teológicas que hemos empezado a trabajar pero que tenemos que elaborar mucho más.  La primera es nuestra visión del “reino de Dios”, lo cual en la teología mujerista llamamos “la familia de Dios”.  La imagen bíblica del “reino de Dios” tiene poca relevancia en nuestras vidas hoy en día además de reforzar entendimientos e instituciones sociales que nos oprimen. El concepto de reino de Dios en el siglo 21 nos habla de una jerarquía de privilegios y de seres humanos además de ser un concepto patriarcal.  Creemos que es mucho más relevante para nosotras la imagen de la familia de Dios, una familia de la que nadie es excluído, en donde lo que prevalece no son las relaciones verticales sino las horizontales, y en la cual se le da prioridad a los más vulnerables.  En la teología mujerista la familia de Dios no es algo del otro mundo, del mundo venidero, sino algo de este mundo, muy real, que lucha por hacerse tangible en nuestro mundo, en medio de nuestras comunidades, que necesita de nuestra lucha por la justicia para ir implantándose y floreciendo en nuestro mundo – lucha que abrazamos porque así nos lo exige el mensaje eveangélico.  Esta perspectiva de ninguna manera

 

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se basa en una falsa creencia de que nosotros nos labramos nuestra salvación.  Lo que sí afirma es que la doctrina de la creación nos llama a abrazar nuestra responsabilidad por la lucha por implantar en este mundo el mensaje de justicia y paz que es central al evangelio de Jesús.  Creemos que aún el poder reconocer que ésta es nuestra responsabilidad tanto como el abrazarla y continuamente renovar nuestro compromiso con esta lucha por la justicia es posible sólo por la gracia de Dios, un Dios que se encarnó en Jesús y que se hace presente en este mundo día tras día. Si Dios se hizo realidad en este mundo, entonces es en este mundo que tenemos que luchar por ser verdadera familia de Dios.  La centralidad de la lucha por la justicia en la teología mujerista no niega ni la necesidad de confiar en Dios ni el hecho de que para todo dependemos de la gracia de Dios.

            Lo cotidiano y la lucha por la sobrevivencia nos hace entrar en un segundo tema teológico: el pecado.  Reconocemos el pecado como esencialmente social, como el no responsabilizarnos por nuestras familias y comunidades.  El pecado tiene que ver con posponer, con no facilitar o oponernos a ser familia de Dios donde todos son amados y, por lo tanto, todos tienen igualdad de derechos.  Vemos el pecado ligado a los prejuicios e instituciones que no reconocen a cada persona como sujeto moral capaz de contribuir al bienestar de la comunidad.  En la teología mujerista consideramos el pecado como la fuerza anti-liberativa que mantiene el bienestar y privilegio de unos pocos a costas del de la gran mayoría del mundo.  Y para nosotras es pecado el instituir y mantener mecanismos e instituciones sociales que se basan en creencias o ideologías que no toman en serio la cotianidad del pueblo.

            Un tercer tema teológico de gran importancia en la teología mujerista es la justicia.  En esto nos guía la imagen y el sentido de ser familia de Dios.  La insistencia de Jesús de no diferenciar entre familia y discípulo (Mateo 12: 46-50) nos hace leer Mateo 25:31-46 como el texto que inspira nuestro esfuerzo por elaborar una manera de entender la justicia que nazca de la realidad que vivimos las latinas.  Hay tres enfoques principales en nuestra elaboración sobre la

 

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justicia: empieza con la realidad de injusticia que sufrimos las hispanas, se concentra en elaborar como entendemos las relaciones justas – las relaciones de una familia, de la familia de Dios – a nivel personal tanto como social y estructural, y lo consideramos un proceso en el que necesariamente hay que enfatizar diferentes perspectivas de acuerdo con la realidad que va cambiando día a día. 

Nuestro punto de partida es escuchar a las latinas que luchan por la liberación con el propósito de entender la opresión que viven.  Tenemos que entender lo mejor posible la injustica que sufrimos para poder elaborar estrategias efectivas en nuestra lucha.  Hemos usado un esquema que identifica cinco formas principales de opresión: la explotación, la marginalización, la falta de poder, el prejuicio étnico/racial, y la violencia.  (Ver, Isasi-Díaz, Mujerista Theology: A Theology for the 21st Century, capítulo 6.) 

El segundo punto en la elaboración mujerista de la justicia, debido a que entendemos que el evangelio nos llama como familia de Dios a las relaciones justas a todo nivel, es la necesidad de que la justicia haga incapie en tres perspectivas: la importancia de la reciprocidad que es posible cuando cada cual no sólo reciba sino también cada cual contribuya;  la responsabilidad que tenemos para con los demás (ya que consideramos que el ser humano es principalmente un ser social) por la clase de persona que somos y lo que hacemos; el rendir cuentas – el tener procesos específicos y efectivos que hagan imposible la acaparación y jeraquización del poder.

Por último, una vez que hemos identificado el punto de partida y el enfoque principal, llegamos a la conclusión de que las actitudes o virtudes cristianas que concretizan la justicia en el presente son la solidaridad y la reconciliación.  Hemos elaborado más extensamente lo que entendemos por solidaridad.  (Ver, Mujerista Theology, capítulo 5.)  Nos falta elaborar en forma más completa como entendemos la reconciliación aquí en Estados Unidos.  Vemos la conciliación/reconciliación como la base para continuar luchando con las diferentes comunidades latinas que se agrupan en Estados Unidos y como elemento que nos puede ayudar en la lucha por 

 

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solidarizarnos con otros grupos marginados.   La conciliación/reconciliación es también una perspectiva que nos ayuda a entender mejor como reconceptualizar las diferencias, como verlas no como algo excluyente y confrontativo sino como la riqueza que constituye el mestizaje/mulatez que es central a quiénes somos como hispanas.

Un cuarto tema teológico de importancia para la teología mujerista es el de la revelación divina.  Abogamos por un sentido de la revelación como algo que continúa y no que terminó de una vez para siempre cuando se cerraron los canones del cristianismo.  Abogamos por una manera de entender la revelación que reconozca la importancia de lo cotidiano -- de la revelación de Dios a través de la fe y religiosidad de los pobres y humildes de este mundo.  Es aquí tanto como en otros temas teológicos que tenemos que privilegiar no sólo hermeneuticamente sino también epistemologicamente la manera de pensar y entender de los pobres y los oprimidos.  Tenemos que aplicar aquí lo que sabemos por experiencia, que es en los márgenes donde se dan las luchas más importantes, que son los márgenes lugares privilegiados de peregrinaje hacia la plenitud humana la cual en el cristianismo no entendemos sino entrelazada con lo divino.

Un quinto tema es la elaboración de una cristología que abiertamente parta de los valores éticos.  No podemos decir de Cristo nada que pueda ser usado en contra de nada ni nadie.  No podemos decir de Crsito nada que excluya y que no le dé prioridad a la justicia y la paz.  Necesitamos elaborar una cristología que esté relacionada con el Jesús histórico más que con el Cristo eclesial y que no sea algo del pasado sino que continúe en el presente.  En otras palabras, Cristo no fue sino que es y por lo tanto cómo entendemos a Cristo es algo que tiene que estar abierto a elaboraciones presentes y futuras.  Aquí nos toca tomar en serio el sentido de que como cristianos somos alter Christus, otros Cristos.  Cristo hoy en día incluye no sólo a Jesús de Nazaret sino también a María de Nazaret, a Oscar Romero del Salvador, a Dorothy Day de Nueva York, a las multitudes de hombres y mujeres que luchan a brazo partido por sobrevivir día tras día.

 

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Propuestas Para el Futuro

            Nos encaramos al futuro convencidas de que la lucha por la liberación debe de continuar y de que la religión continuará teniendo un papel muy importante es este quehacer cotidiano de la mujer hispana en los Estados Unidos.  Las teología mujerista, por lo tanto, continuará tratando de contribuir a la labor de concientización y apoyo de la mujer latina al igual que seguirá con sus esfuerzos de abogacía haciendo presente las voces de las hispanas de las base en las instituciones académicas y ecclesiales.  Pero, como la religión es algo vivo la teología nunca es simple repetición del pasado.  Por ser una teología contextualizada, la teología mujerista siempre tendrá que enfrentarse a nuevas situaciones y tendrá que asumir nuevos retos.  Los que nos parecen ser más urgentes al presente tienen que ver con las mediaciones sociógicas y antropológicas de la teología, los métodos que usamos en el quehacer teológico, y las elaboraciones teológicas a partir de la ética cristiana y la teologías moral. 

            La mediación sociológica es sumamente importante ya que es lo que nos ayuda a entender la realidad en la que se encarnan nuestras comunidades y el contexto del cual la teología mujerista nace.  Necesitamos nuevos esquemas sociológicos para mejor conceptualizar y entender nuestro mundo.  Necesitamos esquemas que en su análisis conjugen clase social, status económico, género, etnicidad/raza, y otros elementos que contribuyen a organizar la sociedad y determinan el acceso que tienen las personas a los bienes materiales y otros recursos.  Para hacer esto hay que ponerle especial atención al poder, a cómo se entiende el poder y cómo se usa.  También hay que tomar en consideración la forma en que la globalidad entrelaza a todos los pueblos de forma que, casi siempre, los privelegios de unos son a costa de otros.

            La sociología nos tiene que ayudar a entender la realidad no siguiendo esquemas dialécticos que favorecen la confrontación sino siguiendo propuestas de diálogo que favorecen la solidaridad y la responsabilidad por los demás.  Igualmente la economía, que aquí incluyo en forma general en la sociología, tiene que partir del hecho de que el mercado capitalista no va a

 

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desaparecer.  Lo importante, por lo tanto, es ver como hacemos que el mercado sea razonable, como construimos una visión en la que el mercado se ponga al servicio de los seres humanos y no se continúe con el error de que las fuerzas del mercado no pueden o no deben ser controladas. 

            La mediación sociológica nos tiene que dar un análisis más sofisticado del proceso de globalización distinguiéndolo del proceso de globalidad.  Este último se refiere a la realidad en la que vivimos que hace que el mundo entero sea nuestro vecindario, que lo que sucede en lugares muy lejanos nos afecten directamente como lo son las cuestiones ecológicas y económicas.  La globalidad abre posibilidades y sin duda puede ser fuente de enriquecimiento para todos.  La globalización por otro lado, tiene que ver con los esquemas neo-liberales de poder --mayormente de poder económico que controla hoy en día el poder político y el militar -- en los cuales la mayoría del mundo se convierte en instrumento para el beneficio de no más del 10% de la raza humana.  Necesitamos que la sociología nos ayude a no confundir el proceso de globalidad con el de globalización para poder juzgarlos de acuerdo a las enseñanzas de justicia que guían el proceso de liberación que es central al quehacer de la teología mujerista.

            También urgente es la necesidad de trabajar en las mediaciones antropológicas.  Considero que la antropología teológica es lo que se encuentra en necesidad de mayor desarrollo y no podemos hacer eso hasta que no avance la antropología de por sí.  Necesitamos una mejor comprensión de las características principales del ser humano.  Para eso a lo mejor tenemos que abandonar definiciones rígidas y nos tenemos que abrir a conceptos fluídos que nos permitan reconocer que como todo lo creado, el ser humano no es estático. 

            De gran importancia es darle prioridad a nuestra realidad corporal.  La materialidad de nuestro ser como elemento central del ser humano nos abre a una apreciación de lo sexual-

erótico que no hemos tenido hasta ahora.  Uno de los elementos principales del paso que hemos dado más allá de la modernidad es el de destronar lo racional-intelectual como lo más importante y central para el ser humano.     Necesitamos entender mucho mejor el papel de lo

 

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emocional y lo imaginativo y como estos se relacionan con lo racional.  Esto ha sido una de las insistencias mayores de la perspectiva feminista la cual insiste en la importancia de lo emocional no sólo para la mujer sino para todos los seres humanos. 

            Igualmente necesitamos saber que significa antropologicamente el hecho de que somos seres sociales.  La construcción social de la persona no es algo que va después de que hemos establecido las consideraciones antropológicas sino que ésta lleva a entender lo que es el ser humano.  La identidad, las relaciones y la capacidad que tenemos para decidir y actuar no se deben de considerar como derivados de lo esencialmente humano sino que hay que entenderlos como elementos centrales de lo que significa ser persona humana.

            Además de continuar desarrollando las mediaciones sociológicas y antropológicas, la teología mujerista necesita continuar  refinando cuestiones del método teológico que usamos por razones no sólo de validez teológica sino también por ser el método que creemos mejor responde a la lucha por la liberación de las latinas en Estados Unidos.  Necesitamos seguir luchando en contra del individualismo liberal que a menudo parece ser el fin principal de ciertos esquemas postmodernos.  Esto nos preocupa sobremanera no sólo porque pensamos que traiciona el sentido social-comunitario del ser humano y hace imposible la verdadera solidaridad --lo cual consideramos es el rostro de la caridad cristiana es este nuevo siglo-- sino, también porque milita en contra de una visión del futuro liberativa.  Considerando toda visión del futuro como una meta-narrativa inválida que obstruye la realización personal, el postmodernismo tiende a opacar todo concepto del bien común que es central para la concepción de lo que en el evangelio se llama “el reino de Dios”.  Es por eso que el método teológico de por sí tiene que ser un método comunitario, un método enraizado en la cotidianidad de la gran mayoría de los seres humanos: los pobres y marginalizados de este mundo.

            También tenemos que insistir en un método teológico que considere la praxis como elemento central del pensar y el saber.  La visión de la realidad de la cual hemos ya hablado no

 

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permite otra coas.  Es por eso que se nos hace indispensable el abrazar una teología narrativa, lo cual no quiere decir meramente anecdótica, sino una teología que surja de las historias de las mujeres de la base, como ellas ven y entienden sus vidas, como ellas ven y entienden la fe y prácticas religiosas que son centrales a su lucha diaria por sobrevivir.

La elaboración de estos estas propuestas ayudarán a la teología mujerista a seguir desarrollando un discurso subversivo que parta de la realidad de las mujeres latinas en los Estados Unidos y que contribuya a la lucha por nuestra liberación.

 

 

 

 

 

 

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LO COTIDIANO: ELEMENTO INTRINSECO DE LA REALIDAD

            En enero de 1992, en un pequeño pueblo al norte de El Salvador, visité a una mujer de unos 65 años de edad quien me contó cómo durante la guerra civil le habían matado a un hijo, a otro lo habían obligado a unirse a la lucha armada y una hija había sufrido acoso sexual.  Ella no se quejaba sino que compartía conmigo la realidad que había vivido, lo que había sido la vida cotidiana para ella y su familia durante la guerra civil.  Al escucharla me di cuenta de que ella veía lo que había sufrido como su contribución al proceso revolucionario el cual esperaba traería cambios radicales.  "Total", me dijo para terminar, "nada ha cambiado.  Todavía no tenemos electricidad, nuestra casa continúa siendo una choza y tengo que caminar lejos para conseguir agua."  En otras palabras, lo que le afectaba a ella y a su familia en forma directa e íntima no había cambiado; lo cotidiano seguía igual.  Su evaluación de todo el proceso era a partir de lo cotidiano y que hubiera o no cambios en las esferas gubernamentales, en el campo macro-económico, en las instituciones de la sociedad civil, eso no le atañía tanto porque no afectaban su realidad diaria.

            La conversación con esa mujer me ayudó a entender mejor lo que me habían ido enseñando las mujeres latinas en los Estados Unidos de América con las que he trabajado por más de veinticinco años: la importancia de lo cotidiano.  El perspicaz análisis de esta mujer salvadoreña de lo que importaba en su vida, de lo que dependía directamente su sobrevivencia diaria, señala la importancia de la cotidianidad como elemento central de toda realidad, incluyendo la religión, y del papel que juega en lograr y mantener cambios radicales en la sociedad.  ¿Por qué, entonces, no se le da importancia a lo cotidiano y por qué no se le reconoce como elemento esencial de la realidad, que provee las raíces profundas que necesitan nuestras utopías para no convertirse en fuentes de opresión, para que nuestra militancia no se convierta en violencia y no seamos autoritarios, arbitrarios y caprichosos en nombre de nuestras ideas e

 

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ilusiones?  ¿Por qué no ponerle atención a lo cotidiano sin lo cual no se puede concebir la realidad del cual es elemento constitutyente?  ¿Por qué no se le da importancia al hecho de que es sólo a partir de lo cotidiano que podemos entrar en el mundo de las estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas, que es sólo a partir del significado que se le da a la realidad cotidiana, sus instituciones y los valores culturales que expresa, que se puede llevar a cabo cambios estructurales que perduren?

Al Rescate De Lo Cotidiano

            A pesar de que ultimamente se habla más y más acerce de la experiencia de la gente de la base creo que no se use como fuente para la elaboración de una visión del mundo centrada en la liberación ni como base para los instrumentos y las instituciones sociales que esa visión necesita.  Esto se debe en parte a que perdura la separación equivocada entre la esfera personal y la política, entre el mundo doméstico y el del trabajo renumerado, entre lo privado y lo público –concepto que tiene una influencia excepcional no sólo en cómo organizamos nuestro mundo, sus instituciones sociales, el mundo del trabajo, sino también en cómo lo explicamos.  Esta separación de esferas se basa en una manera dualística de concebir la realidad que considera de mayor importancia lo político, el trabajo renumerado, y lo público --áreas asignadas al hombre-- y de menor importancia lo personal, lo cotidiano y lo privado --áreas que han sido asignadas a la mujer.[i]  A esta esfera de lo personal, lo cotidiano, y lo privado no se le da mucha importancia ya que se cree que no va má allá de lo que considera el “pequeño” mundo doméstico.  Esto ha llevado a procesos de cambios basados en ideologías especulativas que no consideran lo cotidiano como elemento que pueda contribuir a cambios estructurales.[ii]  Usualmente, cuando se toma en consideración lo cotidiano es para insistir en que debe seguir las directivas ideológicas y no porque se le valore en sí.

              La falta de importancia que se le da a lo cotidiano también se debe a que los análisis prevalecientes enfocados a lograr cambios radicales, aún los enfoques basados en perspectivas de


 

[i] Esta asignación y evaluación tienen implicaciones no sólo sociales sino también económicas y hasta antropológicas.

[ii] Resulta instructivo saber que Karl Marx, por ejemplo, nunca visitó una fabrica.  Ver, Fritz Raddatz, Karl Marx, une biographie politique (Paris: Fayard, 1978), citado en Michel de Certeau, The Practice of Everyday Life (Berekeley and Los Angeles: Universtiy of California Press, 1984), 64.

 

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liberación, se han concentrado en los sectores, grupos o clases sociales usando casi exclusivamente lo económico como elemento para definirlos.  Esto ha llevado a que se ignoren enfoques que usan las perpectivas de género, etnías, razas, las cuales se consideran más personal y subjetivas --léase, “menos importante-- que políticas y objetivas.  Los análisis prevalecientes se basan en ideologías especulativas a las que se ha favorecido en vez de análisis a partir de la realidad cotidiana.  Mientras que el marxismo se concentra en hablar de la explotación y el capitalismo se centra en expandir mercados, lo cotidiano muestra la importancia de lo ordinario, de la forma creativa como la gente de la base lidia con la vida diaria no importa dentro de que sistema se desempeñen.[iii]  Es por eso que nuestra visión programática del mundo se debe de crear a partir de lo cotidiano.   

            La poca importancia que se le ha dado a las experiencias, tácticas y elaboraciones feministas es precisamente otra de las razones por la cual se le ha dado poca importancia a lo cotidiano.  Las feministas hemos insistido en que lo personal es político, en que no hay tal cosa como problemáticas que son privadas o que sólo le atañen a las mujeres.  Hemos trabajado arduamente por hacer ver que lo llamado privado siempre tiene significado e implicaciones para la esfera pública y política.  Hemos insistido en que la socialidad del ser humano lleva automaticamente, por así decirlo, a que todo tenga implicaciones sociales.  Es por eso que hablo de lo cotidiano en vez de lo doméstico.  Mucho de lo cotidiano se da dentro del mundo doméstico, del mundo del espacio y tiempo de más intimidad para el ser humano y que, por lo tanto, pudieran ser consideradas menos influyentes es la sociedad.[iv]  Sin embargo lo cotidiano va mucho más alla del mundo doméstico como fue concebido y propugnado en el siglo XIX --sentido popular que aún se le da a esa palabra.  Nuestro empeño en lo cotidiano y el significado que le damos rescata el mundo, las prácticas y las perspectivas de las mujeres en un área de la vida al cual los hombres no le han dado importancia y aún hoy, a principios del siglo XXI raramente entran.  Nuestras elaboraciones de lo cotidiano no tratan de abrir espacios dentro de


 

[iii] Esta realidad la cual he observado durante los muchos años que he trabajado con la gente de la base, es también el enfoque del trabajo de Michel Certeau sobre lo cotidiano.  Ver la introducción por Luce Girard en, Michel de Certeau, Luce Girard, y Pierre Mayol The Practice of Everyday Life -- Volume 2: Living and Cooking, traducido por Timothy J. Tomasik (Minneapolis: University of Minneapolis Press, 1998), xviii.

 [iv] Es instructivo e interesante notar la incongruencia que representa la importancia social y política que se le da a la familia --entendida exclusivamente a partir de la familia patriarcal-- aún cuando la familia es una institución que incurre en y se desarrolla dentro de la cotidianidad.

 

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hermeneúticas y epistemologías patriarcales.  Nuestro empeño va mucho más allá de eso y propone una hermeneútica y epistemología  crítica a partir de la realidad que viven los más excluídos de la sociedad: las mujeres.

Ofrecemos estas elaboraciones éticas-teológicas porque creemos que nos ayudan a retomar y redefinir la humanidad que hoy en día se deshace ante nuestros ojos.  En lo cotidiano encontramos una forma de abrazar al ser humano, al sujeto humano, que hoy peligra ante los avances de sistemas totalizantes como la globalización.  Es por eso que nos empeñemos en lo cotidiano aunque algunos sin dudar a menudo aburra y agobie.  Sea como sea, el hecho es que sin lo cotidiano la vida humana no existiría.[v] 

 

Significado De Lo Cotidiano

La cotidianidad es muy compleja y variada.  Definirla no sería suficiente para poder señalar sus muchos elementos y características por lo que es mejor describirla.  Lo cotidiano constituye el ambiente inmediatio de nuestras vidas, el primer horizonte en el que se dan nuestras experiencias, las cuales, a su vez, son elementos constituyentes de lo cotidiano.  Lo cotidiano es donde primero nos topamos y relacionamos con el mundo material.  Este no sólo consiste de la realidad física sino también de la manera cómo nos relacionamos con esa realidad (la cultura) y cómo la entendemos y evaluamos nuestra relación con ella (la historia).  Dicho de una manera gráfica, lo cotidiano está enredado con la vida material y es elemento clave en la estructuración de las relaciones sociales y sus límites.[vi]  Lo cotidiano nos sitúa, nos ubica en nuestras experiencias las cuales son necesariamente corporales y materiales.[vii]  También tiene que ver lo cotidiano con las prácticas y creencias que hemos heredado y con aquellos juicios habituales que incluyen las tácticas que usamos para lidiar con ellos.[viii]  Sin embargo, por lo cotidiano no entendemos la reproducción o repetición a-crítica de todo lo que nos han eneseñado o a lo que hemos sido habituadas .  Entendemos por lo cotidiano sólo aquello que se reproduce o repite en forma consciente, con miras a la lucha que libran la mayoría de las personas en el


 

[v] No niego la importancia de lo cotidiano en los sectores sociales como tal, la cotidianidad en las fabricas y otros lugares de trabajo, por ejemplo.  Pero aquí me refiero a la cotidianidad en y a través de la cual primero nos topamos con el mundo material: la cotidianidad del hogar, la familia, el vecindario, el iglesia local, las amistades, los deportes.

[vi] Hanna Arendt, The Human Condition (Chicago: University of Chicago Press, 1958), 3.

[vii] Dorothy E. Smith, The Everyday World as Problematic (Boston: Northeastern University Press, 1987), 97.

[viii] Clifford Geertz, Local Knowledge (New York: Basic Books, Inc., Publishers, 1983), 74-76.

 

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mundo por su sobrevivencia y liberación.  Por esta razón se pueden encontrar en lo cotidiano elementos subversivos y creativos que ayudan a cuestionar la realidad en la que se vive.

            Lo cotidiano tiene mucho que ver con las experiencias que hemos vivido, aquellas que no son inconscientes sino que han sido analizadas e integradas en nuestra manera de entender y comportarnos.  Lo cotidiano es lo que hace el mundo de cada persona específico y, por lo tanto, es a partir de él y en él que se viven las múltiples relaciones que nos constituyen como seres humanos.  Lo cotidiano es la esfera en la cual la lucha por la vida nos es más inmediata, más pujante, más vigoroza, más enérgica.

            Lo cotidiano es lo que encaramos diariamente y también la manera como lo hacemos.  Lo cotidiano no se relaciona exclusivamente con lo personal/individual sino que en forma regular entra en contacto con los sistemas sociales impactando sus estructuras y mecanismos los cuales, a su vez, influyen de manera concreta en la vida diaria de cada cual.  Lo cotidiano tiene que ver con la forma de hablar, las experiencias de clase y de género, el impacto de la pobreza, el trabajo que hacemos y lo que esperamos lograr en nuestras vidas; lo cotidiano se refiere a las relacion es familiares, a las amistades que tenemos y a las relaciones con los vecinos y con la comunidad; se refiere a nuestra experiencia de la autoridad, a nuestras creencias religiosas y a las celebraciones religiosas en las que participamos[ix]

            Lo cotidiano está estrechamente vinculado con lo que usualmente llamamos "sentido común", y, por tanto, lo vemos como algo "natural".  Cuando hablamos de lo natural aquí nos referimos al sentido que tiene el " claro está!" y no al naturalismo filosófico que limita la realidad solamente a aquello que la mente humana puede conceptualizar.  Usamos "natural" aquí para insistir en lo enredado que está lo cotidiano con el mundo material, con lo concreto y lo específico.[x]

            En lo cotidiano encontramos mucho de ese "ser práctico", de esa sagacidad popular que tiene que ver con el ser prudente, juicioso, sensato, con el no dejarnos sorprender por situaciones


 

[ix] Daniel H. Levine, Popular Voices in Latin American Catholicism {Princeton: Princeton University Press, 1992), 317.

[x] Geertz, 85-86.  Esta descripción de lo cotidiano adapta elementos de la descripción que Geertz hace del “sentido común”.

 

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difíciles y, si no las podemos evitar, por lo menos conocer lo mejor posible con qué es lo que no nos queda más remedio que enfrentarnos.  Mucha de esta sagacidad popular se basa en el instinto de sobrevivencia de la gente, instinto afinado por las luchas diarias con las que hay que lidiar sin remedio .[xi]

            Todo el que haya trabajado con los sectores populares conoce lo particular e inmediato de lo que preocupa al pueblo día tras día, lo poco metódico que es lo cotidiano.[xii]  Esto conduce a lo que muchos ven como inconsistente en la vida de la gente de base pero que en realidad señala la necesidad que impone lo cotidiano de actuar aquí y ahora porque si no, no hay cómo salir adelante.  Lo poco metódico del actuar de la gente de base es la única manera que tienen de enfrentarse con lo incierto de sus vidas, incertidumbre que se debe a que no tienen poder para controlar o cambiar lo que les sucede y lo más que pueden hacer es arreglárselas como sea.

            La gente de base tiene la habilidad de aprovechar el momento presente y se las arreglan para sacar algo de la nada.  Esta habilidad se basa en la capacidad que desarrollan para poder atender a una multitud de cosas a la vez así como también a la maña que se dan para lidiar a un mismo tiempo con el sin fin de cosas que la vida les presenta porque no pueden darse el lujo de tratar con ellas una por una ya que la mayoría se les escaparían resultando en una catástrofe en sus vidas.[xiii]  Esta capacidad de enfrentarse a la vez con un sin fin de cosas indica la habilidad que tiene la gente sencilla para ver las conexiones que existen entre cosas muy dispares, habilidad que no tendrían si fueran más metódicos, en el sentido de tratar con las cosas en forma deductiva y sistemática.  La forma cómo se ocupan de la multitud de cosas a las que se enfrentan cotidianamente, forma que muchos consideran desordenada, indica la importancia que tiene lo intuitivo y el estar completamente presente a los detalles de lo cotidiano, pues son precisamente los detalles los que constituyen el meollo de la realidad, de la vida.  Es importante siempre recordar que la situación que vive la gente de base los enfrenta cotidianamente a una realidad de


 

 [xi] Ibid., 87.

 [xii] Ibid., 90.

 [xiii] Ibid, 91.  No hay ejemplo más sencillo pero preciso de esto que las mujeres indígenas que se ven a diario en el Perú caminando, cargando a sus hijos a la espalda, hilando el alpaca que llevan en sus morrales, y conversando, todo a la vez.  Además de todo esto, muchas veces tuve la sensación de que todavía les sobraba atención para fijarse en sus alrededores, siempre cuidadosas de por dónde van y quiénes las rodean.

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importancia vital de la que depende su bienestar y el de aquellos de los cuales son responsables, bienestar que no pueden dar por descontado sino que tienen que procurar día a día.

            Lo cotidiano se refiere a la simple realidad de nuestro mundo sin que por esto sea una realidad simplista.  La simple realidad de nuestro mundo es de la que hay que ocuparse con urgencia, es la que está dispersa a lo largo de cada día, con la que nos encontramos minuto a minuto aunque no queramos.  Sin olvidarnos del por qué detrás de esta realidad, la urgencia con que ella se nos presenta hace que, a menudo, tengamos que dejar a un lado para más tarde las causas o razones que tengamos para lidiar con ellas, un más tarde que a veces nunca llega porque no vencemos la urgencia.  Pero esto no quiere decir que no estamos concientes de las razones o causas de lo cotidiano, del por qué de las luchas que se libran a diario.  En concreto, esa realidad esparcida a lo largo de los días y a la que hay que enfrentarse tiene que ver con tener comida hoy, con arreglárnosla para llegar a donde tenemos que ir hoy, con encontrar la medicina que la hija enferma necesita hoy.  Al decir que lo cotidiano tiene que ver con la simple realidad de la vida nos referimos a lo obvio y lo inmediato de lo cotidiano, a las muchas crisis con que se enfrenta la gente de base en la vida diaria y a la sagacidad que muestran al lograr, de algun a forma, salir adelante.

            Lo cotidiano tiene que ver con como usamos lo que sabemos para lograr construir un mundo, por pequño que sea, en el cual logremos nuestros propios objetivos, en el que podamos establecer relaciones justas que contribuyan a nuestra liberación.  Es por eso que lo cotidiano, al ser subversivo y creativo tiene un aspecto estético volcándose en sacar algo de la nada y creando un lenguaje que a base de chistes, dichos, y dobles sentidos critíca la realidad que se le trata de imponer a la vez que ilumina el significado que para ellos tiene su cotidiano.[xiv]   Lo cotidiano, por tener que ver con cómo lidiamos con las autoridades que gobiernan la sociedad, tiene también un aspecto polémico.  En el espacio físico y de tiempo de lo cotidiano, tenemos poder y lo ejercemos apropiándonos de la información que recibimos a nuestra manera, amoldándola de


 

 [xiv] de Certeau insiste en esto desde el principio y através de todo el volumen que le dedicó especificamente a lo cotidiano.  La creatividad para de Certeau es el elemento principal.  Ver, por ejemplo, Michel de Certeau, The Practice of Everyday Life, traducido por Steven Randall (Berkeley: University of California Press, 1984), xiv-xv. 

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acuerdo a nuestros gustos y objetivos, a nuestras necesidades y expectativa.  Este aspecto polémico de lo cotidiano es lo que le da su carácter subversivo.  Por ultimo, lo cotidiano, tiene un aspecto ético ya que nos provee con un espacio en el que podemos mover con cierta autonomía, en el cual podemos tomar y poner en efecto decisiones que parecen no tener importancia pero que tomadas en conjunto ciertamente apuntan a un horizontal moral y ético.[xv]

            Lo cotidiano es lo que da cabida a la singularidad, a lo específico y a la diversidad.[xvi]  Entramos al siglo ventiuno concientes de que la homogeneidad y la masificación han sido utilizadas como elementos de opresión.  Es lo que compartimos a partir de la singularidad y lo especifico que se da en lo cotidiano lo que nos hace posible el crear una verdadera solidaridad en la que reconozcamos intereses comunes que nos lleven a compartir estrategias para la liberación.  Es el conocer profundamente los diferentes mundos de la cotidianidad de diferentes pueblos lo que hace posible que sigamos vislumbrando la posiblidad de la liberación aún cuando nos sofoca el abrazo todopoderoso de la globalización.

Importancia De Lo Cotidiano

            La importancia de lo cotidiano no consiste solamente en lo que es, sino en que es elemento intrínseco de la realidad y del saber.  El análisis que toma en serio la cotidiano no separa la praxis de la reflexión y le da preferencia hermeneútica a los pobres y oprimidos reconociéndolos como lo que Gramsci llamó "intelectuales orgánicos", admirablemente capaces de entender y explicar sus experiencias y creencias. 

            Este análisis de la realidad tiene como fin no meramente comprender o captar el sentido de la realidad sino el "aprehender la realidad y ...enfrentarse con ella".[xvii]   Lo que constituye el punto de partida para este aprehender y enfrentarse con la realidad es la experiencia de la gente de base.  La descripción de estas experiencias que son substancia y forma de la cotidianidad es lo que usamos para construir una narrativa propia que sirve para entender mejor quiénes son la gente de base y los hilos hermeneúticos y epistemológicos que dan continuidad a sus vidas.


 

 [xv] de Certeau, Girard y Mayol, The Practice of Everyday, p. 254-255.

 [xvi] Hemos estado desarrollando la importancia de esta perspectiva y realidad ya que es de singular importancia para los latinos que vivimos en los Estados Unidos de América.  Hemos elaborado una forma de entender la diversidad que en vez de ser lo que nos separa es lo que nos permite relacionarnos y unirnos como comunidad de lucha.  Ver, Ada María Isasi-Díaz, “A New Mestizaje/Mulatez: Re-Conceptualizing Differences,” en The Unfinished Dream: Theological Voices of U.S. Minorities, editado por Eleazar S. Fernández y Fernando Segovia (Maryknoll: Orbis Books, por publicarse).

 [xvii] Ignacio Ellacuría, “Hacia una fundamentación del método teológico latinoamericano”, Estudios centroamericanos 30, No. 322-323 (agosto-septiembre, 1975): 419.

 

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            El tomar en serio la función descriptiva de la cotidianidad hace posible que emerjan narrativas nuevas creadas por los pobres y oprimidos según se van haciendo cargo de la realidad.  A través de estas narrativas ellos se reconocen y presentan como sujetos morales que ejercen su derecho y poder de auto-definición.  Sólo cuando nos auto-definimos nos convertimos en sujetos históricos capaces de concebir realidades más allá de la presente, realidades futuras que siempre tienen algo de continuidad con el presente pero también algo de discontinuidad.  Para los pobres y oprimidos una narrativa nueva, distinta a la "normativa", es elemento importante de su proceso de conscientización.  Las narrativas nuevas, las verdaderamente propias que creamos a partir de nuestras propias experiencias, nos ayudan a ver y valorar partes de nosotras mismas que hemos ignorado o que no conocemos bien y nos ayudan a conocernos de una manera distinta a como los opresores dicen que somos.  Estas narrativas, al ser diferentes a la normativa, rompen la hegemonía establecida mayormente por los poderosos, en gran parte los hombres del mundo occidental y del hemisferio norte, hegemonía que ha contribuído grandemente a producir y mantener prejuicios y estructuras opresivas como el racismo y el etnicismo, el sexismo y el heterosexismo compulsivo, el clasismo y la pobreza material.

            La importancia que tiene la cotidianidad en las narrativas nos ayuda a reconocer que los pueblos no viven ni se inmolan por un credo o una creencia y que esto pueblos necesitan narrativas que nazcan de su realidad, que estimulen y motiven y no sólo convenzan.  Es decir, las descripciones de la realidad que se basan y se nutren de la cotidianidad tienen la capacidad de mover corazones, capacidad que no tienen las leyes, los dictados autoritarios o las exigencias arbitrarias.  Se necesitan narrativas que sean eco de nuestra realidad cotidiano porque es a través de ellas que aprendemos a conocernos a nosotras mismas, a nuestra realidad y su aspecto moral y a la relación que hay entre la moralidad del comportamiento humano y la felicidad o infelicidad, la fortuna o la desgracia.[xviii]


 

 [xviii] Paul Ricoeur, A Ricoeur Reader: Reflection and Imagination (Hertfordshire: Harvester, Wheatsheaf, 1991), 428.

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            La importancia de lo cotidiano no se limita solamente a su función descriptiva sino también tiene que ver con lo que la gente de base piensa sobre quiénes son, lo que hacen, los discursos que construyen y el papel y las normas que la sociedad les impone .  Reconociendo que lo cotidiano siempre está marcado por subjetividad, que vemos y entendemos lo que nos pasa desde una cierta perspectiva, de aquí que tiene importancia hermeneútica.  Lo cotidiano es el lente a través del cual se aprehende la realidad insistiendo siempre que esto no sucede aparte de un enfrentarse con ella.  Esto quiere decir que la hermeneútica no se refiere sólo al significado de la realidad sino que va mucho más allá de la perspectiva que tenemos acerca de lo que pasa, lo que se vive, quiénes somos.  La hermeneútica tiene que ver con el contexto, el uso del poder y quiénes son los que de verdad deciden acerca de la vida cotidiana.  La hermeneútica tiene que ver tanto con el efecto prometido como con el efecto real de las experiencias diarias, sobre las cuales la gente de base no tiene control.  La función hermeneútica de lo cotidiano hace visible la opresión que se vive a diario porque no sólo muestra claramente las prácticas discriminativas sino que desenmascara a los que se benefician de ellas.

            Esta manera de entender la importancia hermeneútica de lo cotidiano hace resaltar las múltiples intencionalidades presentes, la manera cómo se refuerzan discursos y prácticas cotidianas que son opresivas mientras que se impiden las que son liberadoras.  Insistir en la función hermeneútica de lo cotidiano lleva a comprender la materialidad de las comunicaciones, la conexión que existe entre discurso y acción y a ver la importancia de las justificaciones y las motivaciones para la praxis.  La hermeneútica aclara el papel que desempeñan los valores, los supuestos, los "hechos", las "verdades", las estrategias, el ambiente, los medios materiales, las intenciones, en lo cotidiano.[ixx]  Es por esto que no podemos aprehender la realidad y enfrentarnos con ella sin tomar muy en serio la función hermeneútica de la cotidianidad.

                Una vez que se entienden las funciones descriptiva y hermeneútica de la cotidianidad es fácil deducir su importancia epistemológica.  Esto quiere decir que al hablar de la cotidianidad,


 

 [ixx] La función que le damos a la hermeneútica va más allá de la usual porque creemos que no se puede tratar con el significado si no se enfrenta uno a lo que pasa.  Al ampliar el significado de la hermeneútica le estamos atribuyendo parte de las características de la retórica.  Lo hacemos porque sino la importancia de la hermeneútica para la praxis liberadora sería bastante limitada.  Ver, J.D.H. Amador, “Feminist Biblical Hermeneutics: A Failure of Theoretical Nerve,” Journal of the American Academy of Religion Vol. 66, No.1 (Spring, 1998): 39-57. 

 

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de las experiencias diarias de la gente de base, uno hace referencia no sólo a la capacidad de saber que tienen, sino también a las características de su modo de conocer.  Dado que el saber tiene que ver con aprehender y enfrentarse con la realidad, la epistemología tiene que lidiar con los esfuerzos por entender y expresar el cómo y el por qué de la vida y del ser humano, esfuerzos que se dan constantemente en lo cotidiano.  No es sólo a partir de lo cotidiano que uno aprehende y se enfrenta con la realidad o la conoce pero es verdad que lo cotidiano juega un papel primordial en este proceso y por eso no se le puede ignorar o relegar a un segundo plano.  El énfasis en lo cotidiano hace posible ver la realidad como intrínsicamente ligada al conocimiento de la misma, conocimiento que no es una copia de esa realidad, no es "adecuación del intelecto a la cosa".[xx]  En otras palabras el énfasis en lo cotidiano hace posible ver el conocimiento como una reconstrucción fragmentaria, interesada, conjetural y transitoria de la realidad.[xxi]

            El conocimiento es fragmentario porque sabemos que nuestro conocimiento futuro diferirá de lo que sabemos hoy y va más allá de lo que hemos descubierto a través de nuestras experiencias y las experiencias de nuestras comunidades.  Sabemos, sin embargo, que el conocimiento futuro se relacionará con lo que sabemos hoy y que lo que aprendemos de otros lo tenemos que comprobar con nuestra realidad.  Lo que sabemos es siempre partidista porque siempre está influenciado por nuestros valores, prejuicios, lealtades, emociones, tradiciones, sueños y proyectos sobre el futuro.  Nuestro saber es conjetural porque nuestro conocimiento no es fiel copia de la realidad, sino que es nuestra forma de entender y tratar con las relaciones, las estructuras y los procesos que son elementos de lo que llamamos la realidad.  De aquí que lo cotidiano nos ayuda a entender que nuestro saber es provisional porque indica claramente cuán transitorio es nuestro mundo y cuán provisionales somos nosotros mismos.

            Lo cotidiano que nos interesa y a lo que nos hemos estado refiriendo no es cosa de "otra" perspectiva sino que indica que los pobres y los oprimidos entienden y se enfrentan con la realidad en forma diferente a como lo hacen los poderosos y privilegiados.  La función


 

 [xx] Aquí sigo muy de cerca las propuestas sobre el conocimiento de Otto Maduro, Mapas para la fiesta (Buenos Aires: Centro Nueva Tierra para la Promoción Social y Pastoral, 1992).

 [xxi] Ibid., 136-138.

 

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epistemológica de la cotidianidad  indica que la lucha de los pobres y oprimidos que se da desde el revés de la historia es un proceso continuo que se localiza en la vida diaria y abarca toda la materialidad que la enraíza.  Lo cotidiano constituye el lugar, el momento --el horizonte-- en el cual la gente de base se enfrenta a la realidad, enfrentamiento que tiene una triple dimensión: "el hacerse cargo de la realidad," "el cargar con la realidad" y "el encargarse de la realidad."[xxii]

            El "hacerse cargo de la realidad" "implica estar en la realidad de las cosas --y no meramente un estar ante la idea de las cosas-- ...implica un estar entre ellas a través de sus mediaciones materiales y activas."[xxiii] La función descriptiva de la cotidianidad contribuye a este "hacerse cargo de la realidad" ya que se refiere a cómo la gente de base está "en la realidad de las cosas --y no sólo meramente ... [está] ante la idea de las cosas o en el sentido de las cosas..."[xxiv]

            La segunda dimensión, el "cargar con la realidad", se refiere al carácter ético de la realidad que tienen los seres humanos no para "evadirse de sus compromisos reales sino para cargar sobre sí con lo que son realmente las cosas y con lo que realmente exigen."[xxv]  La función hermeneútica de la cotidianidad que hemos propuesto se relaciona estrechamente con esta dimension ética que tiene la realidad.  Es precisamente la importancia que tiene esta dimensión ética lo que nos ha llevado a expandir la perspectiva hermeneútica de lo cotidiano para que incluya los valores, "las verdades," las intenciones.  Amerita repetir que no se puede conocer la realidad sin examinar desde qué perspectiva se entiende y no se puede decir que uno comprende la perspectiva sin analizar de quién es y a quién sirve.

            La tercera dimensión, el "encargarse de la realidad", apunta al hecho de que una de las características del conocimiento es la de involucrarse en lo que se sabe, que uno no puede hablar de conocimiento si no está dispuesto a tomar a su cargo lo que consideramos real.  La función epistemológica de la cotidianidad señala precisamente esto.  Lo cotidiano es el horizonte principal de los pobres y los oprimidos precisamente porque para sobrevivir ellos se tienen que


 

 [xxii] Este esquema lo propone Ignacio Ellacuría, sacerdote jesuíta asesinado por el ejercito en El Salvador en 1989.  Ver, Ellacuría, 419.

[xxiii] Ibid.

[xxiv] Ibid.

[xxv] Ibid.

 

 

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hacer cargo del quehacer diario: son los pobres y oprimidos, en su mayoría mujeres, los que tienen que hacerse  cargo de la realidad y ver cómo consiguen casa, comida, ropa, medicinas.

La Vía Negativa: Lo Que Lo Cotidiano No Es

            Los reclamos que hemos hecho acerca de la cotidianidad son muy importantes y tienen gran peso en las luchas por la liberación, para la creación y el mantenimiento de estructuras en las cuales todos los humanos tengan lo que necesitan para llegar a la plenitud de sus seres.[xxvi]  Sin embargo, es imprescindible que dejemos bien claro que no consideramos a lo cotidiano de por sí sólo como el criterio que se debe usar para evaluar y decidir lo que es justo.  Es sólo si lo cotidiano contribuye a la justicia, a la liberación, a la lucha por una plenitud de vida para la gente de base, que lo consideramos justo, liberador, bueno, correcto, salvífico.  Convertir lo cotidiano de por sí sólo en criterio, en norma y principio ético sería idealizarlo.  Sí, hay mucho de bueno en la vida diaria pero también hay mucho en ella que "encubre la ternura y la comprensión, que hace aprarecer una abundancia de relaciones de auto-defensa, de trampas, de mentiras, que convierten a lo cotidiano en un compartimiento que no está abierto a la vida".[xxvii]  Pero el que lo cotidiano esté o no abierto a la vida es algo que sólo se conoce desde adentro, que se aprehende precisamente en el vivir diario que siempre está elaborándose, un vivir diario que siempre esta cambiando, conviertiéndose en terreno fértil o infértil para la lucha por la vida.  

            El establecer la liberación como criterio quiere decir que la perspectiva de lo cotidiano que propugnamos no adopta una moral relajada, vaga, floja.  Ese tipo de moral sólo es posible para los poderosos, para aquellos atrincherados en una realidad social y política en la que pueden vivir tranquilamente de acuerdo solamente a lo que ellos piensan, que no tienen necesidad de estar abiertos a cómo otros que no son del grupo dominante conocen la realidad.  Una actitud moral que tiene como criterio el satisfacer los deseos de los poderosos es posible en el mundo de los que pueden depender solamente de sus propios recursos, de los que viven completamente ajenos al resto del mundo.  Es precisamente porque consideran al resto de la


 

[xxvi] No cabe en medio de esta discusión detenernos a explicar lo que queremos decir por “plenitud del ser”, “plenitud de vida”.  Pero sí es necesario que aclaremos que como Otto Maduro vemos el vivir la vida como un buscar la buena vida y no sólo el tratar de sobrevivir.  “La vida que buscamos y apreciamos es aquélla que sentimos como vida abundante: vida que es posible gozar junto con los demás sin poner en peligro el que los otros también la gocen; vida a disfrutar sin destruir la posibilidad de continuar disfrutándola hasta la vejez; vida digna de celebrar en comunidad y de recordar luego con añoranza… la buena vida!  Esa vida, la vida que vale la pena vivir y que nos incita a degustarla, no es pura lucha contra la muerte: es búsqueda del placer en común, la alegría duradera, el deleite profundo, el gozo gratuíto, la dicha contagiosa.  La buena vida, la vida que merece ser conservada, nutrida, comunicada, reproducida y festejada, es disfrute compartido del afecto, la compañía, el trabajo, la comida, el descanso, el arte, el juego, el baile … y la fiesta!”  Mapas, 25-26. 

[xxvii] Ivone Gebara, Conohece-te a ti mesma (Sao Paulo: Ediciones Paulinas, 1991), 24.

 

 

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humanidad como algo ajeno que los poderosos son incapaces de concebir ideas nuevas, de crear maneras diferentes de organizar la sociedad; ellos son incapaces aún de comprender que si no cambian de manera radical no podrán por mucho más tiempo mantener el status quo que tanto los beneficia.

            Tampoco vemos a lo cotidiano como una "categoría" en el sentido esencial e idealista de esa palabra.  Lo cotidiano no es algo que existe a priori en donde engavetamos lo que ocurre a diario.  Lo cotidiano no es un molde en el que vertimos lo que hacemos y vivimos.  No entendemos lo cotidiano como una experiencia común sino como experiencias compartidas, como formas de vivir que nos permiten conocer la realdidad desde una perspectiva de liberación.  El no verlo como experiencia común nos lleva a tomar muy en serio las diferencias que existen entre los seres humanos.  La vida tal vez sería más fácil pero también menos rica si no existieran diferencias.  Las diferencias nos presentan un gran reto y el lidiar con ellas considero que será la tarea principal de todos en el nuevo siglo que se avecina.  Por otro lado, el reconocer que lo cotidiano está constituído en gran parte por experiencias compartidas por los miembros de una comunidad y también entre los miembros de diferentes comunidades nos ayuda a continuar denunciando y luchando contral el individualismo liberal.  Es el individualismo lo que lleva a ignorar que cada derecho que tenemos va acompañado de una obligación y que, por consecuencia, no se pueden imponer obligaciones sin facilitar en forma efectiva el cumplimiento de los derechos concomitantes.

            La importancia que le vemos y le damos a lo cotidiano no apoya un relativismo absoluto que tiene como elemento principal la irracionalidad.  Sin embargo, la centralidad de lo cotidiano en los procesos históricos radicalmente liberadores y la necesidad de enfrentarse a la realidad como elemento central del conocimiento sí ponen de relieve que tenemos que entender mejor la relatividad y de aceptar lo que llamamos relativismo responsable.  El relativismo responsable se opone al universalismo objetivo el cual ha subscrito muchas de las formas de opresión que hay en

 

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el mundo.  El relativismo responsable, al reconocer la presencia de la subjetividad en todo lo humano, deja claro que lo que se declara objetivo no es sino la subjetividad de aquellos que tienen el poder de imponerlo como norma.  En el relativismo responsable vemos el conocimiento y las verdades como explicaciones diferentes de la realidad, explicaciones que no necesariamente se excluyen mutuamente sino que a menudo coinciden en parte, que no necesariamente suplantan explicaciones tradicionales o aquellas elaboradas por otras comunidades, sino que a menudo reconocen las verdades que ellas contienen.  En el relativismo responsable queda bien claro que los que propugnamos una cierta versión de la realidad tenemos que rendir cuentas específicas y concretas de esa versión en la cual insistimos y las consecuencias que ella conlleva.[xxviii] Por último, en el relativismo responsable, basado en el hecho de que no se niega la viabilidad de otras realidades, se alienta el desarrollo de estrategias que se pueden poner en común, que se pueden fundamentar en esta o aquella explicación, que pueden contribuir tanto a la liberación de esta comunidad como a la de aquella pero que no contribuye a la liberación de una comunidad a costa de la opresión de otra.

Lo Cotidiano: Elemento Intrinseco De Cambios Estructurales

            Nuestra propuesta de que es en el vivir diario y a partir de lo cotidiano que uno conoce la realidad --aprehende y se enfrenta con ella-- nos lleva a concluir que no pueden darse y/o mantenerse cambios estructurales sin tomar en cuenta lo cotidiano en forma precisa y seria.  Si los cambios estructurales que se dan no impactan significativamente a lo cotidiano, esos cambios no son realmente liberadores y no se podrán mantener.  Por otro lado, cuando hay cambios estructurales, las consecuencias de los mismos en la vida cotidiana sirven para evaluar su poder liberador.  Si los cambios no son o dejan de ser efectivos al nivel de lo cotidiano, entonces habrá que implementar otros.  Nuestra propuesta es que lo cotidiano de por sí tiene que ser parte intrínseca de los cambios estructurales.  El tratar de desvalorizar a lo cotidiano diciendo que no nos podemos quedar a ese nivel indica que no se entiende correctamente ni se valora lo cotidiano.


 

[xxviii] Esto que he llamado “relativismo responsable” es una adaptación de las ideas de la filósofa feminista Lorraine Code.  Ella no usa esta frase, “relativismo responsible”, y lo que añado a continuación no está basado en sus ideas.  Ver su libro Rhetorical Spaces – Essays on Gendered Locations (New York: Routledge, 1995), 185-207.

 

 

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Lo cotidiano como lo hemos discutido no es algo que se puede dejar atrás: no podemos ir más allá de lo cotidiano.  No podemos pensar en lo cotidiano como lo local, lo micro, y en lo estructural como lo universal, lo macro.  Lo que queremos señalar es precisamente que lo cotidiano impacta tanto a lo local como a lo universal, a lo micro como a lo macro.[xxix] 

            Sospechamos que la falta de atención que se le ha prestado a lo cotidiano --por considerársele no importante o que pertenece al mundo privado-- ha sido causa mayor de la falta de efectividad de los movimientos de cambio en las últimas cuatro décadas.  La falta de atención a lo cotidiano ha llevado a "saltarse" a las personas y a considerar los cambios estructurales en forma abstracta, a partir de ideales o filosofías que no surgen de la experiencia de la gente de base.[xxx]  Esto, a su vez, ha resultado en una imposición de cambios estructurales que no han sido liberadores y que, por lo tanto, no se han podido mantener sin una gran medida de autoritarismo y hasta de violencia.

            No proponemos aquí una disyuntiva: o cambios estructurales o cambios a nivel de lo cotidiano.  Al contrario, creemos que estas dos clases de cambios están inextricablemente unidas, que para que se den o se puedan mantener los cambios estrucurales tiene que haber cambios cotidianos; por otro lado, si no hay cambios estructurales no se podrán mantener cambios en la cotidianidad ya que ésta existe y se da mayormente a través de las estructuras de la sociedad.  Sin embargo, sí insistimos en que, debido a que lo cotidiano incluye los mecanismos subversivos y creadores con que la gente de la base lidia con la realidad, lo cotidiano tiene la capacidad de cambiar radicalmente la sociedad y sus instituciones.

            Lo que queda por pensar y elaborar más ampliamente es cómo se influencian mutuamente los cambios estructurales y los cambios en la cotidianidad.  Aquí nos atrevemos a proponer algunas ideas sobre esto conscientes de que la manera como se entrelazan lo estructural y lo cotidiano depende de los cambios a los que uno se refiere y de que tanto lo estructural como lo cotidiano pueden ser punto de partida.  Ya que nuestra labor aquí ha sido la


 

 [xxix] Hace años que un grupo de mujeres confrontamos a un conocido teólogo estadounidense comprometido con la lucha por la justicia con la falta de análisis de género en sus propuestas.  Recuerdo que rapidamente nos dijo que el análisis de género pertenecía a lo micro y que él estaba hablando sobre lo macro.

 [xxx] Puede ser que los ideales o filosofías que nos impulsan tomen algo en consideración las necesidades que tiene la gente de la base.  El argumento aquí es que no nacen de esas necesidades y que, por lo tanto, no toman a lo cotidiano en consideración como deberían de hacerlo.

 

 

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de resaltar lo cotidiano nos limitamos a indicar el papel que lo cotidiano puede jugar en lo estructural.

            Claro está que el papel principal de lo cotidiano tiene que ver con el hecho de que si no lo tomamos en consideración no podemos conocer la realidad.  No podemos concebir y organizar cambios estructurales que no surjan de la realidad con que la gente de base lidia constantemente.  Es necesario elaborar un sin fin de métodos que nos recuerden esto constantemente ya que, desgraciadamente, una vez que fijamos la atención en posibles cambios estructurales parece como si sintiéramos la necesidad de divorciarnos de la especificidad de lo cotidiano.  Esto se debe, en parte, a la forma cómo la mente humana parece aislar problemas o elementos para mejor entenderlos.  Pero, aprendiendo de la gente de base, hay que desarrollar la capacidad de lidiar con la multitud de elementos que reúne lo cotidiano.  Sin duda lo complejo de la cotidianidad dificulta el concebir cambios estructurales a partir de esa realidad pero si no se le toma en consideración las propuestas de cambio serán simplistas o parciales y, a nivel de implementación, serán  ineficientes.

            Precisamente el que el conocimiento de la realidad --que no se da aparte de la misma realidad-- sea  fragmentario, interesado, conjetural y transitorio lleva a  entender los cambios estructurales en forma dinámica, siempre teniendo en cuenta que los cambios tienen que evolucionar de acuerdo con la realidad del pueblo y no anquilosarse ya que la realidad nunca es estática.  Lo poco metódico de lo cotidiano puede ayudar a concebir nuevas formas de proceder que no sean necesariamente lineales, nuevas formas de orden que no por dejar de tener estructuras silogísticas son necesariamente ilógicas y/o ineficientes.  El hecho de aceptar que para enfrentarse a la vida diaria hay que hacerse cargo de la cotidianidad, cargar con ella y encargarse de ella no sólo nos lleva a concebir cambios estrucurales diferentes a los que concebiríamos si partiéramos de ideas especulativas sino que también nos lleva a reconceptualizar lo que consideramos cambios estructurales, a verlos como la organización e

 

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implementación de las esperanzas y sueños del pueblo en vez de concebirlos como reestructuración de las estructuras que existen.  Si el punto de partida cambia, entonces lo que entendemos por cambios sociales cambiará radicalmente.

            Lo cotidiano juega un papel muy importante en el proceso de concientización sin el cual los cambios estructurales necesariamente se tienen que imponer y no se pueden mantener sin una dosis fuerte de represión.  Lo primero que hay que entender del proceso de concientización es que, como todo proceso, no es algo que se termina.  El estar conscientizado no es algo que se da de una vez para siempre sino que es un proceso de por vida ya que tiene que ver con la manera como aprehendemos y nos enfrentamos con la realidad.  También es importante tener bien claro que no es un proceso intelectual sino que es un proceso práxico.  No se puede cambiar la conciencia que uno tiene de la realidad fuera de la praxis .  Esta praxis no es sólo acción sino acción y reflexión porque hay una unidad entre práctica y teoría en la cual las dos se construyen y toman forma en un movimiento constante: de la práctica a la  teoría, de vuelta a la práctica.  La conscientización tiene que ser un intento crítico de descubrir la realidad y tiene que estar ligada al compromiso político.  No hay una toma de conciencia si el resultado no es la acción conciente de los oprimidos por su liberación.[xxxi]

            Un cambio tan fundamental como el que introduce la conscientización tiene que partir de la realidad vivida, tiene que tener lo que es más inmediato, lo cotidiano, como fuente y como primer campo de implementación.  Si no se da, si no repercute al nivel personal y de cada día, la conscientización no es verdadera y los cambios estructurales no se darán ni perdurarán.[xxxii]  Los cambios estructurales tienen como meta el cambio de la sociedad y eso no puede pasar, no pasará si no se aprehende y enfrenta uno con la realidad en forma diferente.

            Lo cotidiano también es fundamental en el campo de las motivaciones y en éstas el interés propio juega un papel primordial.  El interés propio ha sido muy maleado ya que se le relaciona casi exclusivamente con el egoismo.[xxxiii] Sin embargo, para entender la función comunitaria del


 

 [xxxi] Paulo Freire, “Education, Liberation and the Church,” Religious Education 79 (Fall, 1984), 527-528.

 [xxxii] Vale recordar que vemos lo personal como político ya que rechazamos la dualidad que separa estas dos esferas.

 [xxxiii] Es sin dudas el mandamiento evangélico de “amar al prójimo como a ti misma” lo que es esencial en mi propuesta positiva sobre el interés propio.

 

 

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interés propio hay que empezar por reconocerlo como el motor del instinto de conservación que es primordial en los seres humanos.  La función comunitaria del interés propio hace resaltar la necesidad de la auto-estima en el carácter de la persona.  Si no se considera bueno lo que uno es y lo que quiere, si no hay un "yo" saludable, entonces lo que se hace, cómo uno se relaciona, no puede ser bueno.  Pero si hay un "yo" con una dosis adecuada de auto-estima y que reconoce su aspecto social, entonces el interés propio de esa persona no es nocivo porque no se busca a costa de los demás.

            Por otra parte hay que distinguir entre lo personal y lo individualista.  Lo individualista sí es una concepción egoista en la cual se toma en consideración sólo a uno mismo; lo principal es siempre el engrandecimiento del "yo" cueste lo que cueste.  Lo personal, sin embargo, aunque también tiene al "yo" en la mirilla entiende a la persona como un "yo" social, como un "yo" que es y funciona en todo momento en relación con otros a quienes respeta y no simplemente usa.  El interés propio del individuo sí es egoista, pero el interés propio de la persona lleva a involucrarse en la comunidad, sabiendo que no hay liberación personal para nadie si no hay liberación para todos.

            Es precisamente a partir de lo cotidiano que se desarrolla lo que a uno le interesa y donde uno empieza a correr tras el interés propio.  Si no se satisface el interés propio la motivación para participar en las luchas liberadoras no será fuerte.  Aunque el sacrificio y la abnegación tienen su lugar en la concepción de lo social, al final de cuentas es mucho más importante el papel del interés propio, de la satisfacción personal, siempre y cuando haya sido forjado por una persona y no un individuo, por una persona con una auto-estima saludable y por una persona conciente de ser en todo momento un ser social.[xxxiv]

 

Importancia Teológica De Lo Cotidiano

            Las teologías de la liberación han sido elaboradas como parte de la lucha por la justicia en favor de los pobres y oprimidos.  Pero no hay muchos de estas elaboraciones teológicas que de


 

 [xxxiv] Quiero resaltar el hecho de que el sacrificio y la abnegación han sido proclamadas virtudes por aquellos que no las practican.  Son casi siempre a las mujeres a quienes se les alaba por tener estas virtudes.  Sin embargo en la vida de las mujeres el sacrificio y la abnegación son casi siempre el resultado de opresiones tremendas, de situaciones que no pueden controlar.

 

 

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verdad consideren las experiencias de los pobres y los oprimidos como fuente teológica.  La insistencia en la importancia de lo cotidiano lleva a reconocer la riqueza e importancia de la vida diaria de la gente de la base.  La experiencia de lucha por la liberación en la cual las creencias y prácticas religiosas juegan un papel importante se dan, precisamente, en la realidad cotidiana.  El reconocer y prestarle atención a lo cotidiano hace posible que el quehacer teológico se elabore a partir de la realidad de la gente de la base.  El aprecio por la realidad cotidiana de la gente de la base es parte integral de la solidaridad que tienen que tener los teólogos de la liberación con los pobres y oprimidos.

            Si las teologías de la liberación de verdad privilegian la hermeneútica de los pobres y los oprimidos, es a partir de lo cotidiano que se conocerá el lente que usa la gente de la base para conocer la realidad.  Lo cotidiano tiene que ver con la manera de actuar, el discurso, las normas, los papeles que desempeña, y como se entienden y valúan a sí mismos la gente de la base.  No se puede, por lo tanto, hacer teología de liberación sin respetar y abrazar su cotidianidad.  Y los presupuestos teológicos que se desarrollan deben de seriamente tomar en consideración lo cotidiano en vez de adaptarlos para que sirvan de ejemplo para las propuestas teológicas tradicionales. En otras palabras, las teologías de la liberacón no se pueden elaborar a partir de los sistemas dogmáticos tradicionales sino que tienen que ser explicaciones del sentir religioso --las creencias y las prácticas-- de la gente de la base.[xxxv]

            La centralidad de lo cotidiano para las teologías de la liberación lleva a que se reconozcan a las mujeres y hombres de la base no como pasivos creyentes sino como creyentes activos cuyas vivencias de fe van formando sus creencias.  La gente de la base también son en el campo de la religión agentes de su propia historia.  Esto quiere decir que es hora de que las teologías de liberación acepten a los pobres y oprimidos como intelectuales orgánicos capaces de expliar sus creencias y prácticas religiosas en vez de seguir basando sus análisis, críticas y propuestas constructivas en ideas de las teologías tradicionales.


 

[xxxv] Por ejemplo, noté que las mujeres de la base en la iglesia a la que pertenezco no se dirigían a Dios usando el título que más usa la iglesia: “Dios todopoderoso y eterno.”  En vez ellas usan formas muchos más personales: “Dios mío” o “Diosito”, y algunas hasta tienen apodos para Dios.  Después de escuchar sus oraciones por años y hablar con ellas sobre quién es Dios para ellas, me dí cuenta de que el hecho que no se dirigieran a Dios como todopoderoso tiene importancia teológica.  Me lo explicaron así: “Si hiciera énfasis en que Dios es todopoderoso, entonces, ¿por qué no me ayuda a salir de mis problemas?  Tendría que pensar que o ya no tiene poder o yo no le importo.  Es por eso que lo importante para mí es que Dios camina conmigo, está conmigo, y no que es todopoderoso.”

 

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            Lo que las teologías de la liberación van a contribuir en un futuro dependera en gran medida de que tomen en serio la vida diaria de la gente de la base: cómo viven y cómo explican sus creencias religiosas y el papel que éstas tienen para ellas y ellos en su cotidianidad.  La labor de las teologías de la liberación tiene que ser la de recoger el sentido religioso --creencias y prácticas-- de la gente de base que se refleja a todo nivel de la vida cotidiana. Es a partir de esas creencias y prácticas de la gente que se dan en lo cotidiano que las teologías de la liberación pueden elaborar un sentir y pensar teológico que influya las estructuras de las iglesias y las sociedades.                

Para Terminar

            La importancia de darle cabida a lo cotidiano en todas nuestras elaboraciones y estrategias liberadoras, incluyendo las teológicas, surge de no menos de tres realidades.  Primero, no es posible la liberación hasta que no se nos escuche a las mujeres, hasta que se nos dé la importancia que tenemos y se valore el trabajo que realizamos el cual se concentra mayormente en el mundo de la cotidianidad.  No conozco ninguna sociedad en la que se valore a la mujer adecuadamente, en la que se nos considere tan capaces como los hombres, en la que se reconozca que contribuímos con mucho más de la mitad a la sobreviviencia de la raza humana.  El insistir en la cotidianidad es, sin duda, un grito desde la opresión de las mujeres y por nuestra liberación.

            En segundo lugar, existe una necesidad imperiosa de cambios radicales en nuestro mundo, en todas partes de nuestro mundo .  Y al analizar en qué se ha fallado en los úlitmos cuarenta años al intentar implementar cambios estructurales surge como explicación la falta de atención y de importancia que se le ha dado a lo cotidiano.  No es un análisis desencarnado lo que lleva a esta conclusión sino un análisis a partir de las experiencias de mujeres de base las cuales son mayoría en diferentes sociedades alrededor del mundo.

 

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            Tercero, es hora de que las teologías de la liberación reconozcan a las mujeres y hombres de la base como agentes de su propia historia.  Esto quiere decir que es hora de que las teologías de liberación reconozca las experiencias de la gente de base como una fuente importante de la praxis teológica y que los acepten como intelectuales orgánicos capaces de expliar sus creencias y prácticas religiosas.  Las teologías de la liberación siguen basando sus análisis, críticas y propuestas constructivas en ideologías especulativas y no en las experiencias de la gente de la base.  Las teologías de la liberación continúan conceptualizando a las personas de acuerdo a sectores sociales los cuales, aún cuando toman en consideración perspctivas de género, etnía, o raza, son mayormente conceptualizados de acuerdo a los esquemas y patrones que se han usado en el análisis de los sectores económicos y de clase.

            Lo que las teologías de la liberación van a contribuir en un futuro dependerá en gran medida de que tomen en serio la vida diaria de la gente de la base: cómo viven y cómo explican sus creencias religiosas y el papel que éstas tienen para ellas y ellos en su cotidianidad.  La labor de las teologías de la liberación tiene que ser la de recoger el sentido religioso --creencias y prácticas-- de la gente de base que se refleja a todo nivel de la vida cotidiana.  Es a partir de esas creencias y prácticas de la gente que se dan en lo cotidiano que las teologías de la liberación pueden elaborar un sentir y pensar teológico que influya las estructuras de las iglesias y las sociedades.                

            Lo cotidiano abriga nuestras luchas y nuestras fiestas, nuestro nacer, vivir y morir; lo cotidiano abarca nuestro amar y, desgraciadamente, también abarca el odiar.  Lo cotidiano se nutre del sentir religioso, de lo político, de las utopías, y de esos destellos de plenitud que nos traen los logros.  Forjamos lo cotidiano al caminar, al bailar, al trabajar, al hacer el amor.  Entonces, no lo olvidemos en nuestro quehacer teológico y en nuestras luchas por lograr cambios que hagan posible plenitud de vida para todos.

 

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HACIA UNA CRISTOLOGÍA MUJERISTA

 

                   ¿Quién es Cristo?  ¿Quién es Cristo para mí?  Históricamente los encargados de las iglesias y de la teología han relacionado a Cristo sólo con el Jesús histórico.  Pero, como bien sabemos, es imposible recuperar al Jesús histórico no solo porque no tenemos el conocimiento que necesitamos para hacerlo sino también porque todo pensar sobre Jesús está empañado por las intenciones y creencias de aquellos encargados de ellas.  Las imágenes que tenemos de Cristo, por lo tanto, obedecen a las prioridades de los teólogos y encargados de las iglesias los cuales han sido casi exclusivamente hombres blancos del mundo occidental.  Y aunque sin dudas el Cristo contemporáneo se relaciona con el Jesús que caminó por Palestina hace unos dos mil años, también tenemos que relacionar al Cristo contemporáneo con aquellos que hoy viven el mensaje evangélico de la justicia y la paz.

                   ¿Quién es Cristo para mí?  Ivone Gebara me contaba que una de sus vecinas un día la paró para decirle, "hoy Dios me visitó".  Ivone, sorprendida, entabló conversación con ella y la mujer le contó que una vecina le había dado el dinero que había ganado ese día para poderle comprar una medicina que su hijo necesitaba.  Esa vecina que le dio el dinero se convirtió en Dios, en Cristo, para ella y se convirtió en Cristo para mí aunque no la conozca.  Esa vecina generosa no es símbolo de Cristo o representa a Cristo; ella es Cristo.

            Hace poco en Nueva York, donde vivo, una mamá, con la ayuda de la abuela, envenenó a su hijita y simplemente pusieron el cadáver en el latón de la basura.  Lo hicieron, dijeron, porque la niñita estaba posesionada por espíritus malignos.  Mientras que las autoridades de la ciudad buscaban el cadáver de la niñita en el basurero de la gran metrópolis, yo pasaba por una profunda crisis de fe.  ¿Dónde está Cristo?  ¿Por qué no protegió Cristo a esa niñita?  ¿Por qué no impidió que la mataran?  Y entonces me di cuenta de que esa niñita era Cristo – Cristo maltratado,
Cristo clavado en la cruz; Cristo asesinado.

 

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                   Las formulaciones tradicionales de la cristología presentan a un Cristo omnipotente, un Cristo todopoderoso; ¡Cristo Rey!  Y a nosotros lo que nos toca, según las autoridades eclesiales es creer en ese Cristo.  La creencia, la fe, se ve como algo pasivo porque el que lo hace todo es un Cristo ajeno a nosotras.  Nos dicen que Cristo nos ama, nos perdona, pero la imagen de Cristo que nos presentan es la de un Cristo lejano, al que no podemos tocar, a quien no le atañe nada de lo que nosotras hacemos.  Creer en este Cristo es quitarle valor e importancia a los que nosotras hacemos; creer en este Cristo es resignarnos a estar desconectadas las unas de las otras porque es un Cristo que nos salva una a una.  Creer en este Cristo nos conduce a no hacernos responsables por la tierra y todos nuestras hermanas y nuestros hermanos porque Él es el único responsable..

                   La cristología tradicional nos ha hecho mucho daño porque presenta a un Cristo estático, un Cristo en su persona encontramos todo perfeccionado y, por lo tanto, nos lleva a creer que nada nuevo puede suceder.  Esta cristología está formada por lo que se ha pensado y creído en el pasado, por culturas que no son las nuestras, culturas en las que lo único que se valora es lo que dicen los hombres.  Por lo tanto en la cristología tradicional no figura para nada las preguntas que nacen de la realidad que vivimos las mujeres a finales del siglo veinte, mujeres que sufrimos injusticia y que nos solidarizamos con todos las oprimidas del mundo.  Esta cristología tradicional refuerza la creencia de que no somos muy importantes; ¿cómo le vamos a importar a Dios si ya Cristo lo ha cumplido todo a la perfección?

            La cristología tradicional invade de tal manera nuestra manera de pensar sobre Jesús y sobre Dios que creo es imposible cambiarla sin antes pasar por un período en el que no hablemos de Cristo, en el que no insistamos en Cristo.  Nos tenemos que alejar de los entendimientos y símbolos de Cristo que existen porque son perjudiciales para nosotras las

 

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mujeres y porque, si no lo hacemos, no podremos imaginar y elaborar algo diferente.  No quiere esto decir que nos alejemos del mensaje evangélico; no quiere esto decir que no tomemos en consideración a Jesús.  Pero lo que sí quiere decir es que tenemos que olvidarnos de casi todo lo nos han enseñado sobre Cristo antes de poder elaborar una cristología que nos ayude a luchar por la justicia.  Tenemos que construir una cristología a partir de nuestra realidad; tenemos que ayudar a Dios a traer a Cristo a nuestro mundo.

                   Insisto en que un moratorio sobre cristología es una exigencia pastoral.  Necesitamos un período en el que podamos expresar nuestra ira y frustración ante la cristología tradicional la cual ha sido elaborada y usada para mantener a la mujer en una posición inferior al hombre, sujeta al hombre, para mantenernos en un estado de injusticia.  Necesitamos un moratorio sobre cristología para poder lavarnos la mente y el corazón de todo lo negativo acerca de la mujer en lo cual la cristología tradicional ha insistido y a lo cual ha dado cabida.  Sin un moratorio sobre la cristología tradicional no podremos insistir en que todo entendimiento cristológico debe de estar basado en la moral cristiana, en la perspectiva cristiana de lo que es bueno y es malo, de lo que es gracia y es pecado.  La moral cristiana no se basa en la cristología sino que la cristología, lo que decimos de Cristo, se tiene que basar en una praxis de liberación que nos motiva en nuestro quehacer cotidiano.  La vida de las mujeres en nuestro mundo desgraciadamente es peligrosa y violenta y nosotras no nos podemos dar el lujo de postulados cristológicos que no estén intrínsecamente conectados y contribuyan a la liberación de las mujeres en todas partes del mundo.  

            Para nosotras la salvación es parte esencial del binomio liberación/ salvación.  Por lo tanto los postulados cristológicos tienen que centrarse en lo que nosotras necesitamos para poder participar en nuestra liberación/salvación.  ¿De que nos tenemos que liberar?  ¿Qué quiere decir concretamente que Cristo salva?  ¿Cómo es que salva?  ¿Cómo es que libera?  ¿Qué papel

 

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jugamos nosotras en nuestra salvación y en la salvación del mundo?  Todo esto es mucho más importante que la relación entre las dos naturalezas de Cristo, o la relación entre Cristo y Jesus de Nazaret.

                   Nos comprometemos con una cristología que no considera a Cristo completo en sí mismo, que no relaciona a Cristo exclusivamente con Jesús de Nazaret, que se preocupa principalmente por lo que Cristo significa para el pobre y el oprimido en vez de insistir en postulados ontológicos acerca de Cristo.  Nos comprometemos con una cristología que nos vea a las mujeres como imagen de Cristo, que reconoce el poder de Cristo en nuestro compromiso por la justicia. 

                   Insisto en un moratorio sobre la cristología porque no creo que seamos capaces de elaborar una cristología mujerista sin antes deshacernos de la  tradicional.  Hemos tratado de elaborar nuevos entendimientos cristológicos pero a menudo volvemos a caer en lo mismo de siempre.  ¿Cómo escapar el control de la cristología tradicional para poder proclamar nuestra participación en la divinidad y actuar de acuerdo, no a cómo lo hizo Jesús, sino de acuerdo a la humanidad de cada una de nosotras?  ¿Cómo arrastramos nuestros cansados, incompletos, limitados, pero gloriosos cuerpos y los incorporamos como elemento intrínseco de nuestra cristología?  ¿Cómo damos a luz a una cristología mujerista, a una cristología liberadora, si primero no nos deshacemos de la cristología tradicional que nos oprime?

 

 

 

 

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LA PALABRA: COMUNICACIÓN COMO COMUNIÓN

 

 “Dos hombres, que eran Moisés y Elías, conversaban con él.

Se veían en su estado de gloria y hablaban de su partida,

que debía cumplirse en Jerusalén”

(Lucas 9:30-31).

 

 

"Tu palabra me basta", oímos decir y decimos con frecuencia. ¡Ah! El misterio de la palabra humana. Es la palabra la que hace posible las explicaciones, y como no hay manera de explicar lo que no se entiende, son las palabras las que hacen posible nuestros pensamientos. Pero más aún, nuestra palabra nos hace presentes, en nuestra palabra va quienes somos, nuestro honor, nuestra dignidad. "Te doy mi palabra", afirmamos, y con eso basta para dar por sentado que lo dicho, ¡lo cumpliré!

Ahí comienza pero no termina la importancia de la palabra. Según vamos hilando una palabra con otra, según vamos narrando lo que hacemos, lo que vemos, lo que pensamos, lo que deseamos, lo que esperamos, vamos creando una narrativa, una historia, que nos hace presentes, no sólo a las demás, sino también a nosotras y nosotros mismos. Según vamos creando/contando/construyendo nuestra propia historia vamos también entendiéndonos, vamos comprendiendo cómo hemos ido viviendo, no una sarta de eventos individuales e inconexos, sino una vida a la cual le hemos ido impartiendo significado y sentido a partir de nuestros valores y nuestras creencias. Nos escuchamos hablar, nos escuchamos decir, y nos damos cuenta de que lo que hemos vivido ha ido creando patrones en nuestras vidas, ha ido creando formas de pensar, de enfrentarnos a la vida, de relacionarnos con los demás; formas que, en cierta manera, nos identifican, nos definen. Al escuchar el modo en que contamos lo que hacemos y cómo hemos vivido, empieza a revelársenos un hilo conductor, una visión de vida, que, a menudo sin que nos

 

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hayamos dado cuenta, nos ha guiado, se ha ido haciendo presente, y se ha ido desarrollando desde temprano en nuestra juventud.

Vayamos aún más lejos: la palabra no sólo nos ayuda a entender y a expresar, la palabra no sólo posibilita ver el significado que le hemos ido impartiendo a nuestras vidas, sino que la palabra también hace presente aquello que significa. La palabra convoca, concretiza, y hace efectivo el significado de lo que expresa de tal forma que es muy difícil, y a veces hasta casi imposible, echarse atrás una vez se ha dicho. Recordemos lo que pasó con la famosa bendición de Isaac a su hijo Jacob. La bendición debió haber caído sobre Esaú pero una vez fue impartida a Jacob, Isaac ya no tuvo cómo retractarse (ver Génesis 27: 1-40). Así nos ocurre frecuentemente con las niñas y los niños: una vez que les decimos que vamos a hacer algo no nos dejan cambiar de idea, es como si entendieran que lo dicho, por dicho, es ya una realidad, y que del dicho al hecho, no debería haber "un gran trecho".

Tenemos en la Eucaristía el mejor ejemplo de la eficacia de la palabra, el mejor ejemplo de cómo lo que dice la palabra se hace realidad. Repetir las palabras pronunciadas por Jesús en la Última Cena, tiene el poder de hacer presente a Jesús en la celebración eucarística. Este sentido de la eficacia de la palabra en las celebraciones de las comunidades cristianas es, hoy día, una continuación de la creencia del pueblo de Israel que estaba seguro de que la palabra de Dios no regresaba a Dios hasta no haber logrado lo que declaraba, "Como bajan la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y haberla hecho germinar, para que dé la simiente para sembrar y el pan para comer, así será la palabra que salga de mi boca. No volverá a mí con las manos vacías sino después de haber hecho lo que yo quería y haber llevado a cabo lo que yo le encargué" (Isaías 55: 10-11).

A veces nos parecen exageradas las incontables horas que las amistades, las enamoradas y los enamorados dedican a hablarse, sin importar la edad, lo mismo a los 18, a los 28, a los 38,

 

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que
a los 48, 58 o a los tantos años más. Las horas y horas de conversación son no sólo una manera de conocer y darse a conocer, o una manera de compartir e ir creando una vida en común; las muchas horas que conversan quienes se quieren es un modo de darle forma a esa amistad, a ese cariño, a ese amor que se tienen. Cuanto más conversan, más van creando entre sí una unión; cuanto más ponen en palabras lo que sienten, más crece el amor y el cariño, más se fortalece la relación, y más sólidas son las bases de la unión que desean y abrazan. Cuanto más dicen lo que sienten, más va haciéndose realidad lo que dicen. Se nos hace difícil creer que alguien nos quiere si no nos lo dice; no podemos pensar que alguien se interesa por nosotras o nosotros si no nos lo deja saber a través de palabras. Necesitamos la confirmación de la palabra aun cuando haya gestos que no son sino "otras palabras" que se perciben y se manifiestan a través de otros sentidos. Por eso es tan frecuente entre personas enamoradas el reclamo de las palabras: "Dime que me quieres, dímelo, necesito oírlo". Es como si intuyéramos que cuanto más se exprese concretamente el amor, más profunda será la comunicación; y cuanto más profunda sea la comunicación, más cerca estaremos de una comunión, de la presencia de un ser en el otro o la otra en tal forma que sin esa relación la persona enamorada se siente menos, se sabe incompleta.

Para que se dé una comunión entre los seres humanos, no sólo es necesario articular la palabra. También se necesita quien la escuche; alguien, que con reverencia y honestidad, vaya recibiendo las palabras. No se puede ser plenamente sin las palabras, pero tampoco se puede ser plenamente sin alguien que reciba esas palabras, y ese alguien tiene que ser alguien específico, con nombre y apellido, alguien con quien hayamos labrado una relación de amistad. ¡Tantas veces en mi vida he estado muda, sin hablar, en el sentido radical, profundo, más hondo de la comunicación auténtica, por no tener quién me escuchara, quién abrazara mi comunicación!  ¡Tantas veces he estado con mujeres de nuestras comunidades a quienes nadie había escuchado nunca, a quienes nunca se les había prestado atención! Cuando les he pedido que me hablaran

 

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s
obre sus vidas, se han producido momentos llenos de gracia en los que ellas van conociéndose a sí mismas, van descubriendo su valor e importancia, en muchos casos por primera vez, en el proceso de ir hilando los eventos de sus vidas de tal forma que van surgiendo historias de gran riqueza, de gran significado tanto para las que las relatan como para quienes las escuchamos.

La relevancia de la palabra, de las palabras, surge con mucha fuerza en el relato de la Transfiguración de Jesús (Mateo 17: 1-9; Marcos 9: 2-10; Lucas 9: 28-36). Si nos concentramos en examinar lo que dicho evento significó para Jesús, veremos la gran importancia que el compartir tiene en nuestras propias vidas y en la vida de nuestras comunidades. Si nos fijamos en lo que dice el texto acerca de las palabras notaremos enseguida el alcance, el significado que tuvo ese evento para Jesús; veremos que para entenderse a sí mismo y su misión Jesús necesitó conversar, necesitó compartir palabras con sus discípulos y discípulas, y comprenderemos que para Jesús las palabras, la conversación, la comunicación fue y es una comunión.

                En los relatos de la Transfiguración hay tres referencias a "palabras". En primer lugar aparecen Moisés y Elías conversando con Jesús. Conversan acerca de lo que le va a pasar a Jesús en Jerusalén, o, como dicen algunas de las traducciones, de lo que Jesús va a lograr realizar en Jerusalén (ver Lucas 8: 31). En este texto vemos que Jesús necesitaba hablar sobre los riesgos que estaba tomando, sobre las dificultades a las que se tendría que enfrentar para poder entender y para poder abrazar lo que le estaba pasando y lo que le iba a pasar. Dada la reacción adversa de los líderes de la comunidad judía ante la insistencia de Jesús en que la justicia es lo más importante para llegar a  ser y vivir como familia de Dios, queda claro que Jesús y sus discípulos y discípulas, estaban conscientes de que las confrontaciones con las autoridades continuarían y serían cada vez más serias. Jesús quiere, necesita, hablar del asunto.

Varios de los evangelios cuentan que poco antes del evento de la Transfiguración, Jesús trató de

hablar sobre lo que se avecinaba con sus discípulos pero estos no los dejaron. Es como si

 

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tuvieran miedo de que si Jesús hablaba, pues entonces, de seguro, ocurriría. Jesús les responde en tono muy fuerte cuando no lo dejan hablar, sin duda regaña a los discípulos por no querer enfrentarse a lo que va a pasar, a lo que él deseba conversar con ellos (ver, Mateo 16: 23 y Marcos 8: 33).  Jesús necesitaba compartir lo que él veía acercarse para así poder entenderlo, para así poder ver cómo eso sería era parte de lo que él entendía era su misión en la vida. La respuesta tan dura de Jesús a los discípulos: "ponte detrás de mí, Satanás," refleja la urgencia que tenía Jesús de hablar sobre los eventos que se veían venir. A Jesús parece preocuparle que si no comparte con sus discípulos lo que empieza a entender que le va a pasar, ¿cómo va a tener la fuerza y el valor para enfrentarse a ello? ¿Cómo lo va a poder abrazar?

            Si los discípulos no quieren hablar con él, pues, ¡aquí vienen Moisés y Elías al rescate! Al hablar con Moisés, el líder del pueblo durante el Éxodo, la primera gran liberación del pueblo, Jesús empieza a ver su vida como un nuevo éxodo, como una nueva liberación. Al hablar con Elías, quien el pueblo de Israel esperaba volviera antes de que apareciera el Mesías, Jesús empieza a entender que lo que le va a pasar. El que lo metan a la cárcel, lo torturen y lo ejecuten, es consecuente con la misión de su vida, con su predicación sobre la justicia y el amor, con la posición que durante toda su vida lo enfrentó a las autoridades políticas y religiosas que oprimían al pueblo. Su encarcelamiento, tortura y ejecución se convertirán para sus discípulos, incluyéndonos a nosotras y nosotros hoy día, en la Pasión y Muerte de Cristo, eventos de profundo significado religioso. Este significado es algo que Jesús empieza a comprender a partir de la conversación que tiene con Moisés y Elías. Es con palabras y a través de las palabras que Jesús le va dando un significado de liberación y salvación a su misión.

            La segunda referencia a palabras en la Transfiguración tiene que ver con una teofanía, una revelación de Dios en forma específica y concreta. De entre las nubes sale una voz que dice: "Éste es mi Hijo, mi Elegido; escúchenlo" (Lucas 9:35), o, como dice en las versiones de Mateo y

 

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Marcos: “Éste es mi Hijo, el Amado”, o, en otras traducciones: "Éste es mi hijo amado al que he escogido". Jesús ya había escuchado estas palabras al principio de su vida pública. Al ser bautizado por Juan estas palabras le confirmaron que su vida tenía un propósito, que su misión era predicar y luchar por establecer el reino de Dios, por hacer que sus contemporáneos, y por extensión nosotras y nosotros, nos convirtiéramos en la familia de Dios. Al comienzo de su misión, de su vida pública, el saber que era amado por Dios le permite, le da fuerzas a Jesús para proceder. Lo mismo sucede ahora en la Transfiguración. Ante el peligro inminente necesita saber que es amado intensamente, necesita sentir el amor. Él lo sabe. No es que Jesús dude que Dios lo ama, pero Jesús, plenamente humano, necesita sentirlo, necesita oírlo, experimentar en la carne, a través de los sentidos, en su cuerpo, el amor de Dios.

            A veces pensamos que para la lucha por la justicia y la paz lo que necesitamos es tener un compromiso absoluto, y es así. Pero también necesitamos el amor y la ternura para que nuestras luchas por la justicia y la paz sean efectivas. Esto es precisamente lo que vemos en este evento en la vida de Jesús. Las palabras de Dios que se oyen en el evento de la Transfiguración le aseguran a Jesús en forma tangible que Dios lo ama, y es ese amor, tanto como su compromiso firme con la justicia y la paz, lo que hace que su misión prenda, lo que hace que su misión sea efectiva.

            Las últimas palabras que se dicen en la Transfiguración dejan ver lo necesario que resulta el tener vivencias/experiencias compartidas de modo que cuando esas expresiones se traduzcan en palabras, dichas palabras puedan ser comprendidas.  Jesús pide a los discípulos que no hablen de lo que ha pasado. No es por mantener ningún secreto que Jesús hace este pedido sino porque sabe que al no haber estado presentes en el evento de la Transfiguración, los otros discípulos no podrán entender lo ocurrido. Es poco a poco, y a partir de otras experiencias similares que tendrán con Jesús, en especial después de su resurrección, que los demás discípulos podrán entender lo sucedido aquel día.

 

 

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Sin la base que da la experiencia compartida o experiencias semejantes, nuestras palabras no encuentran eco en los demás y regresan a nosotras vacías. Cuando lo que decimos no encuentra resonancia en nuestras amistades, ¡qué dolor nos causa! Nos sentimos tan solas, tan solos, cuando lo que compartimos cae como en un vacío, nos sentimos tan incomprendidas. Es solamente a través del amor y el cariño de la amistad que se puede salvar la distancia que crea el no tener las mismas experiencias. Es solamente a través de la solidaridad nacida de un compromiso con la justicia y la paz que podemos salvar la distancia que hay con aquellos que no conocemos personalmente pero con quienes nos sentimos comprometidos en la lucha por ser todos familia de Dios.

            El episodio de la Transfiguración de Jesús nos enseña que, como miembros de la comunidad de las discípulas y los discípulos de Jesús, tenemos que separar un tiempo para conversar, para compartir, para decir, para escuchar y para ser escuchados, y nos enseña también que ese departir es una forma de comunión. Este compartir es necesario no importa cual sea nuestra posición en la comunidad, seamos ministros ordenados o no, seamos asiduos miembros de la iglesia o no, sea nuestra labor con la comunidad como ministerio eclesial o desde una perspectiva secular. Al igual que Jesús, antes que nada, tenemos que, hablarnos a nosotras, a nosotros mismos. Yo tengo que "hablarme" para entender mejor quién soy, quién estoy llamada a ser, cuál es mi misión en la vida, qué estoy llamada a ser. Este es el tipo de conversación con una misma que lleva tiempo y que requiere silencio ya que muchas veces las respuestas a estas preguntas, bien sea porque no las hemos querido escuchar o simplemente porque no les hemos prestado atención, están tan profundamente enterradas en nuestro ser que, para empezar a escucharlas, requieren que aprendamos a aquietarnos y a esperar con paciencia a que empiecen a brotar al calor de nuestro recogimiento. Es vital darnos tiempo para que las respuestas hagan mella en nuestras vidas, para que tengan efectos esperanzadores y vivificadores, para que esas

 

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respuestas (y, ¿por qué no? también nuevas preguntas) nos ayuden a descifrar y a comprender el significado de nuestras vidas.

            Además de hablarnos a nosotras mismas, necesitamos encontrar a un Moisés y a un Elías en nuestra vida. Necesitamos encontrar con quien conversar profundamente para así llegar a conocernos y a entendernos mejor. Tenemos que encontrar a alguien que vaya recogiendo lo que decimos, como se recogen los pedazos de un espejo que se rompe, y nos ayude a juntar esos pedacitos hasta que podamos ver reflejadas, aún con nuestras pequeñas fisuras y contradicciones, lo mejor de nuestras vidas en las palabras que vamos compartiendo. Necesitamos una amiga, un amigo. Necesitamos vivir, tener la experiencia de la amistad, una de las relaciones más bellas y enriquecedoras de la vida. ¡La amistad, una relación de mutualidad profunda en la que constantemente recibimos y damos! Tener una amiga, un amigo, es tener a alguien que se interese en mí, alguien en quien confiar, alguien que sé que no me abandonará pase lo que pase, alguien que en mí pueda encontrar también, ese mismo interés, esa misma confianza y esa misma fidelidad constante. Con la ayuda de la amistad auténtica y verdadera podremos adentrarnos en nosotras mismas de tal manera que empezaremos a comprender y a abrazar la infinita ternura de Dios. Con la ayuda de la amistad entenderemos que Dios nos es aún más íntimo que nuestra propia intimidad, que Dios nos abraza, nos arrulla, se deleita en nosotras y nosotros.

            La Transfiguración nos enseña la importancia de las experiencias compartidas. Nos enseña que sin ellas o sin por lo menos experiencias equivalentes, las palabras que oímos y decimos no siempre pueden comunicar lo que queremos decir, no nos pueden ayudar a compartir quiénes somos. De no haber la similitud de vivencias, lo que nos queda es la solidaridad, una mutualidad que establecemos a través del diálogo si entendemos que los seres humanos tenemos intereses comunes, y que el ámense los unos, las unas a los otros, a las otras del

 

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evangelio se da como parte de uno de los dos mandamientos principales que Jesús nos dejó: amarás a tu prójimo como a ti misma, como a ti mismo. Y, siguiendo las enseñanzas de Jesús, nuestro prójimo es por excelencia las mujeres y los hombres, las niñas y los niños pobres y oprimidos; aquéllas y aquéllos que la sociedad excluye, margina, explota, aquéllas y aquéllos que sufren violencia, a quienes nadie escucha, a quienes les hemos robado las palabras.

            La Transfiguración de Jesús nos enseña lo mucho que necesitamos formar amistades profundas; nos enseña que como seres humanos sin la comunicación profunda de quiénes somos y lo que creemos no podemos vivir a plenitud, y sin la comunicación no puede existir la comunión entre nosotras y nosotros, y por lo tanto no puede existir la comunión con Dios. Cuando meditemos en la Transfiguración de Jesús, reconozcamos a Dios en las amistades que tenemos. En el cariño y el amor de las amigas y los amigos reconozcamos el amor de Dios, la ternura de Dios quien nos dice a cada una y uno: "Me deleito en ti".

 

 

 

 

 

 

 

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Bibliografía

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Isasi-Díaz, Ada María. 2004.  La Lucha Continues – Mujerista Theology.  Maryknoll: Orbis Books.

 

Isasi-Díaz, Ada María. 1996.  Mujerista Theology – A Theology for the 21st Century.  Maryknoll: Orbis Books.

 

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