Información Biográfica

Nací  y me crié en La Habana, Cuba. Soy la tercera de seis hermanas  y dos hermanos, y me eduqué hasta el final de la secundaria en el Merici Academy, una escuela de monjas de la Orden de Santa Úrsula. Durante mi niñez y adolescencia, mi papá trabajó en ingenios de  caña de azúcar en tres diferentes provincias de Cuba lo que me dio la oportunidad de pasarme muchos veranos lejos de la capital, y de conocer en forma bastante extensa mi patria y mi pueblo. Crecí en un hogar católico practicante y desde temprana edad he querido ayudar a la gente pobre y oprimida, y me empezó a interesar grandemente la religión. También desde pequeña aprendí, sobre todo de mi mamá, la importancia de luchar por lo que una cree sin darse nunca por vencida.

Salí de Cuba, debido a la situación política de mi patria, en septiembre de 1960. Primero viví  en los Estados Unidos en donde asistí al College of New Rochelle en Nueva York de donde me gradué con una especialidad en Historia Europea.

En enero de 1967 me fui de misionera a Lima, Perú, donde viví tres años muy intensos. Las experiencias vividas allí me marcaron de forma excepcional, y a menudo comento que fueron los pobres de Lima los que me llevaron a entender que el mensaje por excelencia del mensaje evangélico es la justicia. Fue en el Perú donde aprendí a respetar y admirar las creencias y prácticas religiosas de los pobres y oprimidos, y la importancia de sus luchas y quehaceres cotidianos. Fue en Lima que aprendí la importancia que vivir en solidaridad con los pobres y los oprimidos es elemento fundamental de la lucha por la justicia.

En 1983 empecé mis estudios en Union Theological Seminary en Nueva York donde obtuve, en 1990, un Doctorado en Teología con especialidad en Ética Cristiana. Mis estudios y mi participación en el movimiento de teología feminista me hicieron ver la necesidad de empezar a desarrollar una teología desde la perspectiva de las latinas en los Estados Unidos. Fue entonces que empecé mi labor como teóloga-activista y comencé a elaborar una teología mujerista.

En  1991 empecé a trabajar en la Escuela de Teología de la Universidad de Drew, en Nueva Jersey, donde todavía ejerzo como profesora de ética. Enriquecida inmensamente por la oportunidad de dictar conferencias y trabajar con mujeres en la mayoría de los estados de los Estados Unidos, al igual que en África, Asia, Europa y Latinoamérica, he continuado durante todo este tiempo desarrollando una teología mujerista. He hecho esta labor tomando en consideración y dialogando con teologías desarrolladas por mujeres en diferentes partes del mundo, y también con otras teologías de liberación que han surgido en nuestro tiempo.

Desde 1997 hasta el 2004 pude visitar mi patria, Cuba, todos los años, participando en talleres, dictando conferencias y enseñando en el Seminario Evangélico en Matanzas.  Dos años viaje a Santiago de Cuba donde trabaje en una parroquia católica ayudando con el catecumenado y dando clases de Biblia para adultos. Desde el 2004 no he logrado continuar esta labor debido a la política represiva del George W. Bush.

Toda  mi vida he permanecido muy unida a mi familia a la cual agradezco  profundamente su apoyo generoso y constante aun cuando no siempre ha estado de acuerdo conmigo. Soy tía de quince y tía abuela de veintiuno.  Todos ellos, tienen de 42 años a 6 meses, concretizan  para mí el futuro y me motivan en forma muy personal a continuar la lucha por la justicia, la libertad y la paz.

 

Cuban Palm Tree

Regresé a los Estados Unidos en diciembre de 1969, y por varios años enseñé en una escuela secundaria en Louisiana. Más tarde, me trasladé a España con el propósito de conocer aquel país y el continente europeo. Viaje extensamente durante dieciséis meses y al volver a Estados Unidos me fui a vivir a Rochester, Nueva York.

El fin de semana de Acción de Gracias, noviembre de 1975,  tuve un renacer, esta vez como feminista. Fue durante la Primera Conferencia para la Ordenación de las Mujeres en Detroit, Michigan que empecé a darme cuenta de que, para las mujeres, la causa de la opresión no es sólo la pobreza sino también el sexismo. Durante siete años trabajé arduamente en el movimiento de mujeres que se concentraba principalmente en luchar contra el sexismo en las iglesias, las religiones y las teologías. A través de este trabajo comprendí mejor los vínculos que existen entre el sexismo, el prejuicio étnico-racial, la opresión económica y el clasismo.